Joaquín Abad | Jueves 11 de diciembre de 2014
Y es que no merece la pena responder a los ladridos de ese yayoflauta, agradecido a los sorayos, rajoys, por haberlo colocado de tertuliano, remunerado, claro, en la televisión oficial. La estatal. La que se paga con el dinero de los contribuyentes. La televisión que coloca a enchufados, aunque sean inútiles.
Es lo que tiene publicar libros por encargo de algún empresario casposo, o por los líderes del pepé que luego llegan a La Moncloa y pagan servicios prestados.
Porque mira que llevo años y años sufriendo las consecuencias de no ser un periodista progresista, como imagino que será el palomo que tilda de fascista al que hace una crónica no a su gusto. Un servidor no escribe al dictado. No tiene jefes a los que inclinar el espinazo. No tiene que agradecer favores. Ya se lo escuché, varias veces, a Emilio Romero. Lo tuve de jefe supremo mientras era reportero del diario Arriba: La libertad de prensa, la opinión independiente, sólo la pueden dar las empresas solventes económicamente. Y un periodista independiente es el que no recibe indicaciones del que le paga. Pues ese es mi caso, Graciano. No soy un perroflauta de ninguna ideología política. Nunca seré un periodista yayoflauta recomendado por partido alguno.
La salida de calificarme de fascista, en una televisión privada, sólo con el argumento de haber sido reportero del diario El Alcázar tiene poca solidez. El director que fue del periódico El Socialista, como sabrás, también trabajó en el diario El Alcázar, y no tiene un pelo de fascista. ¿Sabes a quien me refiero? Fascistas son los que se creen miembros del partido único y tiemblan cuando ese partido único se hunde. Fascistas son los que babean ladrando, ladrando con cara de perro, y acusando de nada en concreto a quien opina algo que molesta a tus jefes.
Y es que, repito, no merece la pena responder a los ladridos de ese yayoflauta. Como periodista ya me jugué la vida, varias veces, enfrentándome a la mafia local que gobernaba en mi tierra. Dirigí un diario que sufrió atentados, bombas, tiroteos, y que no se rindió hasta que logró que Garzón metiera en la cárcel a toda la banda mafiosa que durante decenas de años había sembrado mi ciudad de crímenes, extorsiones y amenazas.
Ya sufrí las amenazas de un verdadero y peligroso mafioso. Las amenazas del palomo yayoflauta son de taberna. Que se tome un whisky de mi parte y se relaje. Graciano: Que no te voy a responder, por supuesto.