Joaquín Abad | Jueves 09 de julio de 2015
Cuando la resaca de los "eres" andaluces parecía relajarse, y nos cebábamos en la Púnica y demás corruptelas que salpicaban a los del pepé, nos sorprende la juez Patricia Fernández, titular del número 3 de Sevilla, nada menos que señalando como totalmente irregular la concesión de explotación, por la Junta, de la mina de Aznalcóllar a Magtel. La juez señala que el consorcio formado por Minorbis, filial de Magtel, y Grupo México no cumplía ni uno solo de los requisitos establecidos en el procedimiento. Otro feo asunto que salpica a una Junta de Andalucía gobernada durante 36 años por el Partido Socialista. Han sido nueve legislaturas con seis presidentes que han dejado a esta región con el nivel de paro más alto de España. Y un clientelismo que tiene arruinada a la región, pero que mantiene en el poder a los socialistas gracias al riego de subvenciones, empleo público y demás trucos típicos de Argentina, que no de un país europeo.
Las acusaciones de la juez son muy graves. Parece que, como suele ser habitual en las concesiones que se hacen desde el gobierno de Andalucía, todo son irregularidades para beneficio de empresas vinculadas, qué casualidad, al propio Partido Socialista. Empresas, como Magtel, a quien la Junta le concedió hasta 15 millones de euros en ayudas en cuatro años y que contrató a un ex alto cargo socialista. Estas acusaciones, que no parten de ningún político sino de una juez, han frenado, en seco, la investidura de la presidenta que trataba, en esos momentos, de que Podemos o Ciudadanos se abstuvieran en la votación para rematar el adelanto electoral que la propia Susana Díaz decretó. Cuando conozcamos los detalles, y la oferta de la empresa canadiense que no obtuvo la concesión, quedaremos "pasmaos", como decía el ínclito Guerra.
Y como es costumbre, otra vez, la respuesta de Susana al auto de la Juez Patricia Fernández es que el error, la irregularidad, de haberla, es de los funcionarios, no de los políticos. Claro, cómo no. Vamos, como si no supiéramos, como sabemos, que en Andalucía no se mueve una hoja sin que el político de turno no lo bendiga. Por supuesto, previo sablazo, mordida o como se llame. Que ya son muchos años conociendo cientos y cientos de chanchullos que han enriquecido a quienes todos conocemos. Pero Andalucía, como Africa, no tiene remedio. Los andaluces siempre tendrán un gobierno socialista, que no otro.
Porque son 36 años de clientelismo. De colocar a alguien de la familia. De subvencionar la miseria para que esos millones de parados, de subvencionados, de colocados, voten a quienes le garantizan la cesta social... El poder corrompe. Y el poder absoluto, durante 36 años, corrompe absolutamente. Por supuesto que en Andalucía todos lo saben. Todos lo sabemos. En Andalucía, todos lo consienten. Empresarios y políticos son cómplices de 36 años de corrupción generalizada en la región.
Y es que lo de "el que se mueva no sale en la foto", que decía Alfonso Guerra cuando era la mano derecha de Felipe González, en Andalucía es incuestionable. ¿Verdad?