–Uno de los sucesos más importantes de su carrera fue su paso como director del diario «La Crónica de Almería». ¿Qué recuerda de esta época, donde incluso recibió varias amenazas de muerte?
–Hablamos del año 1982, por lo tanto hacía nada que España se había iniciado en el proceso democrático y UCD ya hacía un tiempo que gobernaba. En líneas generales fue una época muy bonita, donde pude comprobar que la libertad de expresión y de información se ejercía de una manera transparente y satisfactoria. A pesar de ello, tuve también su parte negativa, ya que me topé con la mafia. Eso me supuso vivir constantemente con el miedo, además de verme obligado a llevar escucha, vivir varios atentados contra mi vida, que me quemaran la rotativa... Era vivir con el plomo en la nuca, como tú bien dices. De hecho, fue en aquella época cuando conocí Andorra, ya que la Guardia Civil me recomendó esconderme en un lugar donde la mafia no pudiera encontrarme y Andorra me pareció el lugar ideal. Mi estancia aquí me hizo que, a la vez, empezara también a informarme sobre varias noticias del país.
–Este hecho dio pie a su salto a la escritura, con el libro «Descubriendo a Juan Asensio». ¿Qué lo motivó a dar este salto?
–En aquellos días yo ya vivía en Madrid y me dedicaba al periodismo digital, pero de repente un día vi que en un canal de televisión de mi tierra estaban hablando de este hombre. La estaban poniendo como si fuera Teresa de Calcuta, sinceramente. El hecho de ver cómo blanqueaban su imagen con una impunidad y descaro me vergonzó y fue en ese momento cuando decidí escribir todo lo que recordaba de haber escrito en La Crónica de Almería. Vamos a ser nosotros los que vamos a levantar todo el tema de la mafia y de Juan Asensio, si no por el contrario todo hubiera pasado desapercibido.
–Después de vivir un suceso así, ¿se replanteó dejar de lado el periodismo en algún momento?
–Para nada. Ya me lo dijo la Guardia Civil, mientras yo estuviera sacando información y molestando, estaría vivo. Si me dormía o decidía dejarlo de lado, era entonces cuando irían para mí. La única manera de mantener a la mafia nerviosa y que metan la pata es precisamente molestándolos y acosándolos, además de sacar información constantemente. Si como periodistas no hacemos eso, ellos se van alentando cada vez más hasta el punto de ser incluso más poderosos que el propio sistema que gobierna una ciudad o un país. Sus tentáculos se hacen más grandes y la gente llega a un punto de miedo y respeto que les hace volverse totalmente invulnerables.
–También ha estado trabajando en otras redacciones de otros medios, donde destaca el mítico «El Caso». ¿Cómo fue formar parte como director de un medio de este calibre?
–Siendo director de La Crónica de Almería me llamó el director de El Caso, Eugenio Suárez, y me planteó la posibilidad de incorporarme como nuevo director. Por aquella época yo ya estaba cansado de Almería por todo lo que había sufrido, ya que por culpa de la mafia había llegado a un punto en el que no tenía vida. Fue por eso que no dudé a la hora de ponerme en este nuevo reto y allí fue cuando pude conocer todo el suceso desde dentro. En El Caso, todos sus grandes periodistas iban en el peor momento al peor lugar posible, donde nadie más llegaba, y a partir de ahí redactaban una crónica o una noticia de una manera que no lo hacía nadie en ese momento. Voy a aprender mucho, sobre todo como novelar un suceso para que quede mucho más decente y vendible.
–Pero la escritura continuaba siendo una parte muy importante de su vida.
–Y tanto que sí. Desde que empecé con las prácticas de la Universidad ya me tocaba escribir y lo hacía con mucha facilidad. No me resultaba una tarea difícil y creo que eso lo puede decir cualquier persona que haya trabajado en cualquier medio o lo esté haciendo actualmente. Para nosotros, no nos resulta complicado el hecho de escribir artículos o libros.
–No podemos no hablar de «El andorrano», el libro más vendido de la historia de Andorra. ¿Qué lo motivó a escribir esta novela?
–Como te digo, yo descubrí Andorra debido a mis escapadas para esconderme de la mafia. Todo el país me enamoró y, pasado un tiempo, empecé a ir por disfrute personal. Pasaba muchos inviernos y veranos con mi familia allí y siempre nos quedábamos en El Serrat, donde su propietaria se fue volviendo con el paso de los años en una amiga más. En el verano de 1987 me comentó que habían aparecido unos cadáveres con las manos atadas con alambres, los cuales resultaron más tarde ser los judíos que habían pasado por las montañas del país durante la guerra. Poco a poco me fui informando sobre toda esta parte de la historia que era desconocida para mí, pero igualmente tardé mucho tiempo en sacar la novela. No salió hasta el año 2018, más de treinta años de diferencia desde que oí oí hablar de ello por primera vez. La escribí sin ningún tipo de pretensión y ni siquiera esperaba que se pudiera publicar por la línea editorial de Andorra, ya que deja en muy mal lugar a ciertos apellidos del país.
–¿Se esperaba todo el éxito que cogió en su momento y que, hoy en día, sigue todavía?
–Siendo sincero, no. Ya va por la decimocuarta edición y justo esta semana he enviado una caja con varios volúmenes para una librería. Ha sido un éxito increíble, pero no sé si merecido. Yo al final lo único que hice es lo que ya hacía cuando escribía reportajes en los periódicos, con la diferencia de que «L'andorrano» lo decidí novelar para evitar posibles demandas de los de arriba.
–¿Qué supone para usted todo el reconocimiento que le aportó este fenómeno?
–Con la edad que tengo me lo tomo con normalidad. Dijo que realmente sí tocó un tema en un momento dado que nadie había tocado previamente, aunque todo el mundo sí lo conocía y hablaba de él en privado. Es por ello que dejarlo escrito en un libro, con un titular y que luego se vendiera en las librerías fue un auténtico repulsivo para toda Andorra. Tengo la certeza de que cualquier cosa que haya sacado hasta ahora o lo haga en un futuro ya no tendrá el mismo impacto, pero eso no quita que sea una satisfacción personal muy grande. Claro que me hizo ilusión, entre otras cosas porque hubo mucha gente a la que le molestó, pero después de haber sido director de un medio durante diecisiete años y director de un seminario semanal... hay pocas cosas que me sorprendan.
–Después llegaron las dos siguientes partes que conforman la trilogía entera, «Y la luz llegó a Andorra» y «Andorra Connection». ¿Siempre se imaginó que sería una trilogía?
–La segunda parte nació a raíz de una visita que hice a la zona de Engolasters, no la tenía prevista para nada. Lo mismo pasó con «Andorra Connection», la cual cogió forma después de que me llegara un dossier con varios casos de blanqueo de dinero. A partir de ahí empecé a unir cabezas y mucha gente afirma que es lo mejor que he hecho en mucho tiempo. A mí me parece que está muy bien documentado, pero como satisfacción personal me gusta más la cuarta novela, «El virus andorrano», situado poco antes de finalizar la II Guerra Mundial. Y si no también el último de todos, «El secreto bajo Engolasters», que sí que no tiene nada que ver con todos los anteriores que he ido sacando. Es una ficción fantástica, el cual se centra en la lucha entre ángeles y demonios en el valle de Engolasters.
–¿Por qué este interés en Andorra? ¿Siente que tiene algún tipo de lazo emocional con el país?
–Yo he pasado muchos días en Andorra y es un lugar que te inspira a crear historias, como por ejemplo la zona de Engolasters cuando todavía era un valle antes de que se inundara. Andorra en general tiene una cierta magia y escribir este tipo de historias en cualquier otro pueblo de España no es lo mismo, creo yo. Tiene mucho más sentido hacerlo aquí.
–También ha publicado recientemente «Las de Franco» y continúa ejerciendo como editor del periódico mil21. ¿Tiene algún nuevo proyecto en el horizonte?
–A nivel periodístico ahora mismo estoy adentrado en un Congreso de Madrid, donde estamos tratando todo el tema de la inteligencia artificial. Mis últimos tres libros han volteado sobre este tema, ya que me parece que es una herramienta que te puede auxiliar mucho a nivel profesional. Además, de un mes o así empezaré a escribir una nueva novela que irá en relación con «Las de Franco» y donde trataré la figura de un ministro de la dictadura y posteriormente de la democracia de Suárez, el cual tenía una madame que manejaba todo el tema de la prostitución. Fue un ministro muy conocido, que incluso estaba ninguneado en la Constitución española.
–Y quizás la pregunta más difícil de todas... periodismo o escritura? ¿Con qué se quedaría?
–Periodismo, sin duda. El periodismo es trabajar, investigar, escribir, ser fiel a lo que te ha dicho un testigo, grabar, hacer fotos... en cambio, creo que la escritura es una cuestión de imaginación y punto. Si tienes mucha imaginación escribirás muchos libros, sino solo escribirás un par y ya está. La verdad es que yo disfruto mucho más escribiendo reportajes e informaciones, ya que cuenta con un poder diferente, lo tienes en tus manos. Yo he visto como, si lo sabías hacer bien, podías sacar toda la información que quisieras a diferentes figuras de poder y te los cargabas.