Ahora que el Tribunal Constitucional resuelve que no es obligado dar sueldo y dedicación exclusiva a los miembros del parlamento de Castilla La Mancha, habrá que recordar cuando nuestros políticos no cobraban y ejercían con honor, orgullosos de servir a su pueblo.
Recuerdo al mejor alcalde de un pueblo andaluz, Mojácar, de nombre Jacinto, que hizo más por su pueblo que todos los alcaldes que he conocido en mi vida... Jacinto era el panadero, y cuando me enseñó el municipio le acompañé en su R5 particular que él mismo conducía. Nada de chófer, nada de Audi oficial, nada de sueldo. Los concejales tampoco tenían las prebendas de hoy, y los diputados provinciales lo hacían a mucha honra quitándose tiempo de sus horas libres sin que pensaran que debían ser remunerados.
Fue la llegada del pesoe en el 82 que se profesionalizó la política y se colocaban "compañeros" y amiguetes en función del sueldo que debían recibir. Recuerdo cuando el psoe de Almería se quitó a un concejal que era un inútil y le dijo que sería el Presidente de la Junta de Obras del Puerto. Lo primero que preguntó es que cuánto cobraría... Unas ciento y pico mil pesetas, de comienzos de los ochenta, claro, fue lo que le informaron. Cuando se enteró de que ese dinero era la paga anual montó en cólera y consiguió que aquello se reformara y se le diera un salario digno, mensual, claro. Ahora ese cargo tiene un montón de prebendas: coche oficial, despacho de la leche, secretarias, conductores.
Me parece que lo que la Cospedal ha logrado, con la sentencia del Tribunal Constitucional, puede ser el inicio de poner las cosas en su sitio. Porque es de todos conocido que muchos acceden a la política como profesión para tener asegurado un status y un salario que en la vida ordinaria no alcanzarían jamás. Acceden desde jóvenes apostando al llamado aparato, que es quien decide quien va en las listas.
Ahora tenemos alcaldes, concejales, diputados provinciales, un congreso y un senado, y un montón de gobiernos autonómicos que junto con sus chóferes, secretarias, consejeros, directores generales y demás sangran nuestra economía y obligan a un Montoro, y al que venga, a subirnos los impuestos porque hay que mantener a una casta improductiva que vive mejor que nadie, trabaja menos horas que nadie, viaja gratis total y tiene salario de director de multinacional sin más mérito que haber trepado en determinado partido político. Porque lo del cementerio de elefantes del Parlamento Europeo merece mención aparte.