14/02/2003
Joaquín Abad | Martes 10 de junio de 2014
Los de la Revista Capital, del Grupo G+J, llevan varios meses destapando oscuros manejos y fraudes que se comenten, un día sí y otro también, en la Once.
Sí, en la piadosa Once que puso de moda el ciego Miguel Durán, cuando sustituyó a Antonio Vicente Mosquete y sacó el famoso Cuponazo, al que el fallecido se resistía. Ustedes, lectores, no lo recordarán. Pero Antonio Vicente Mosquete, un histórico en la organización que fundó con la esposa de Franco, se oponía firmemente a aquellas operaciones y otras donde entraban los fondos de pensiones americanos -¿la mafia?- y tuvo la desgracia de caerse con su perro guía por el hueco del ascensor de su vivienda en el ochenta y siete… Lo demás ya lo saben. Durán salió con el cuponazo y agradeció al gobierno del PSOE todo lo que tenía que agradecer. Para ello compraron el molesto diario “el Independiente” de Pablo Sebastián, y tras gastarse varios miles de millones lo cerraron de un plumazo por indicación del PSOE. Compraron el 25 por ciento de Telecinco, con supuesto fraude fiscal, montaron Onda Cero, tras comprar varias cadenas de emisoras de radio –también la cadena Rato-, fundaron, por petición del PSOE de Andalucía, El Diario del Guadalete –el alcalde andalucista Pacheco les amargaba la existencia-… Y un montón más de negocios que convenían al Solchaga de turno.
Ahora me explico como todos los gobiernos, los sucesivos gobiernos, nunca han tirado de la manta de la Once. A pesar de que ellos sabían, me consta, que la organización nunca jugó limpio y lo que ahora viene denunciado la Revista Capital era si no de dominio público, si de dominio oficial. El hecho de que la organización ponga en venta menos series de las que entran en el sorteo, el hecho de que digan que ha tocado el supermillonario en Álava, en Asturias, etc, y en realidad los cupones ganadores nunca salieron de la organización…
No sé que tendrán que ver estos manejos de los ciegos engañando y a lo mejor estafando, ante un Gobierno que calla, otorga y a lo mejor es cómplice porque de alguna manera se está beneficiando. Si algo me dice la experiencia es que nada se da gratis. Y si el ministro Rato hace la vista gorda a lo mejor es por agradecimiento de que en la época del PSOE los ciegos compraran a su familia la Cadena de Emisoras Rato. En realidad, este ministro no tiene fuerza moral para ordenar una investigación a fondo sobre los métodos de esta organización benéfica que goza de privilegios oficiales, cuando la realidad es que es un cortijo de cuarenta señores que se están repartiendo los millones, de euros, como este mes vuelve a demostrar la Revista Capital.
Otros que con el caso Gescartera creyeron tocar al PP se han quedado en salvas, quizá porque si tiran del cordel aparecen altos cargos del PSOE y se nos complica el escándalo. Mejor dejarlo como está no sea que al final Garzón se salga con la suya, porque el olfato no le falla y ya acumula algunas pruebas de esta organización que irá destapando conforme sea de interés y en el momento oportuno. No conviene precipitar la caída del árbol antes de tiempo…
Lo sospechoso es el silencio que rodea todos estos fraudes de la Once. Como se trata de una de las principales empresas anunciantes, nadie osa hacerse eco de lo que se está publicando, con todo lujo de detalles. Eso sí, si la Once dice que va a entablar acciones judiciales, eso sí lo publican, pero no se hace referencia a los chanchullos que con toda la cara admiten los dirigentes de la organización, que dicen que están cobrando lo que se merecen.
A lo mejor estos de la Once, lo que se merecen, es que el Gobierno saque de una vez en Rasca y Gana, lotería instantánea que está haciendo furor en otros países europeos y que da mucho beneficio al erario público. Pero a lo mejor el detalle es otro. El detalle es que con el Rasca y Gana el Estado puede recaudar más, pero con la Once el partido en el poder puede obtener otros beneficios. De ahí su repentina ceguera. La del Gobierno, claro, a los de la Once ya se les supone invidentes, aunque los sobrinos de los dirigentes no tengan que ser minusválidos para vender el cupón, claro. Faltaría más.