OPINIÓN

Imparciales

13/06/2003

Joaquín Abad | Martes 10 de junio de 2014
Hacía tiempo, bastante, que no escuchaba tantos descalificativos juntos contra una determinada actitud política. Creo que desde la transición, jamás me había avergonzado tanto de pertenecer a la casta periodística.

A esa casta que en vez de ser imparcial, independiente, contar o relatar los hechos sin tomar partido como nos enseñaron en la facultad, como dicen los manuales de la antigua Escuela de Periodismo, en lugar de relatar serenamente las diferentes versiones sobre una determinada actitud, insulta, se enfurece, se rasga las vestiduras por dos ausencias en la Asamblea Madrileña que han impedido a los de la pancarta, Llamazares y Zapatero, hacerse con la presidencia y poner en peligro la nominación de Simancas para el gobierno autonómico. Escuchar estos días los programas informativos de ciertas emisoras de radio ruboriza al más pintado.

Desconozco qué planes urbanísticos hay detrás de los que no han votado y de los que insultan a los que no han votado. Desconozco qué negocios hay detrás de la Presidencia de la Comunidad Autónoma Madrileña, pero a lo mejor es un problema de nóminas en Telemadrid, o vaya usted a saber, para escuchar tamaños ladridos de los periodistas adictos a la pancarta. O militantes de la pancarta. O en nómina de los de la pancarta, de los partidos de Llamazares y Zapatero, IU y PESOE. Debe haber mucho en juego cuando hasta acuden al de siempre, al puro, al inmaculado, al inagotable presidente andaluz Manuel Chaves, para que lance todo tipo de dudas y siembre de sospechosos intereses económicos la actitud de los ausentes.

Porque por ahora no podemos hablar de una escena de transfuguismo, como la que le dio la presidencia a Joaquín Leguina en la misma comunidad autónoma. Entonces los socialistas gobernaron gracias a los tránsfugas hasta que Alberto Ruiz Gallardón, el compañero de Ana Botella, le arrebatara, sin tránsfugas, la comunidad autónoma. El caso Puerta fue sin duda comentado, pero ni pizquita de lo que se escucha de Tamayo y Sáez. Ahora se habla, abiertamente, sin complejos, del mucho negocio que hay en Madrid, a cuenta de recalificaciones, negocios inmobiliarios y que dependen en gran medida de en quien recaiga la presidencia.