OPINIÓN

El negocio de la Justicia

03/10/2003

Joaquín Abad | Martes 10 de junio de 2014
También aquí, no sólo en USA, quien tiene los miles de euros suficientes para pagarse un buen abogado tiene medio pleito ganado.

Porque la abogacía, como muchas otras carreras, se ha convertido en un sustancioso negocio donde no importa la inocencia o culpabilidad del cliente, sino sólo su abultada cartera.

Es triste, pero muchos son los condenados injustamente simplemente porque no han tenido una buena defensa. Por mala suerte o porque simplemente se han conformado con el abogado de oficio, ese que se lee el sumario, de mil páginas, la noche antes la vista y pone cara de póquer cuando el fiscal expone sus conclusiones. Los abogados de oficio, en la inmensa mayoría de los casos, sólo sirven para la asistencia al detenido, y evitar que firme lo primero que le presente la Policía en la comisaría, después del hábil interrogatorio, claro.

Ayer fueron los Albertos, sí, esos primos que se hicieron famosos tras divorciarse de las chicas más ricas de España. Sus bufetes de abogados consiguieron que la Audiencia Provincial de Madrid considerara prescritos los delitos de estafa, en el asunto de las Torres Kío. El Supremo, a instancias de los demandantes, los condenó a penas privativas de libertad, pero aún hoy todavía no han ingresado en la cárcel, a la espera del indulto del Gobierno y del pronunciamiento del Tribunal Constitucional.

Hoy es el caso de ese abogado llamado Adrián Broncano que se ha hecho cargo de la defensa de Tony King, el carnicero de la Costa del Sol. Ahora que puede que haya dinero por medio el caso promete elevarse un grado y donde dije digo, digo diego… Vamos, que su participación, según confesó, en las muertes de Sonia Carabantes y Rocío Wanninkhof no está tan clara.

En fin, que la justicia está ciega y sólo sirve para quien la paga. ¿Verdad?