OPINIÓN

La guerra que viene

27/08/2004

Joaquín Abad | Martes 10 de junio de 2014
En la Edad Media, las llamadas guerras santas llenaban de cadáveres las ciudades por donde pasaban las tropas con el crucifijo al frente. Ahora, mil quinientos años después vuelven las guerras santas, esta vez con la foto del imán de turno en lugar del crucifijo.

Aquellos luchaban con espadas y lanzas, estos árabes enloquecidos llevan modernos kalasnikov y lanzagranadas capaces de tumbar un helicóptero como si de tirachinas se tratara la cuestión.

Mal lo tenemos los cristianos, que en estas cruzadas nos defendemos con normas internacionales, reglas y complejos frente a un ejército de células enloquecidas que braman gritos contra el infiel y no les importa morir por Alá encintados en dinamita. Lo tenemos muy mal porque nuestros complejos nos obligan a aplicar códigos éticos que las masas árabes no entienden y siempre estaremos en desventaja, a pesar de disponer de un ejército y un armamento superior al atacante, pero limitado en la respuesta siempre atenta de la opinión internacional.

Hoy, como las guerras se ven en directo por las televisiones de todo el mundo, ningún gobernante, ningún político, tiene ganas de verse presionado por una opinión pública contraria a las intervenciones armadas organizadas por el amigo americano, que ahora se ha vuelto antipático por más de que hayan dejado muchas vidas para que Europa fuera liberada del yugo nazi, o que en su día parara los pies, por un doloroso precio, a la expansión nipona…
Porque esto de que las sectas de cualquier ayatolá árabe se componga de milicianos armados hasta los dientes es la peor amenaza que se cierne sobre la secta cristina, que lucha con la bendición divina y la Biblia.

Lo de Irak es el comienzo. Porque lo que ocurra en el lejano oriente tendrá sus consecuencias en Europa. Ya las hemos empezado a tener… ¿Verdad, lectores?