18/09/2004
Joaquín Abad | Martes 10 de junio de 2014
No les voy a hablar, hoy, lectores, de la comisión del 11-M, mejor que no, ni de quien pudo organizar, como cerebro, el mayor golpe terrorista de la Europa de este siglo, y quizá de la del pasado, si excluimos las consecuencias del atentado en Las Palmas del llamado MPAIAC, de Antonio Cubillo, que como recordarán provocó el desvío masivo de los aviones que debían aterrizar en el aeropuerto de Gando a Los Rodeos…
Dos Jumbo chocaron en las pistas y fue la mayor catástrofe aérea de la historia, con más de quinientos cadáveres esparcidos por las tenebrosas pistas del aeropuerto de La Laguna.
Aquello le costó al líder independentista canario, que entonces vivía en Argelia, que un comando del servicio secreto, se desplazara a la capital argelina para ejecutarlo. Los agentes, que por aquellas fechas tenían pocos contactos en el norte de África y no pudieron hacerse con las armas silenciosas adecuadas, tuvieron que emprenderla a cuchilladas contra Antonio Cubillo que salvó la vida de milagro.
Ahora nuestros servicios secretos sí conocen a las personas que planearon el 11-M. De sobra saben qué otros servicios secretos han colaborado y diseñado el plan que debía terminar con un gobierno que ponía mala cara a las pretensiones marroquíes de hacerse con los terrenos del Sáhara por la cara, y supo pararle los pies al rey moro que empezó por invadir el islote de Perejil.
Pues no. De lo que hay que hablar hoy es de lo que le viene a la prensa de papel. La llegada de otro diario gratuito, esta vez de la mano del grupo Recoletos, propietario de Marca y Expansión, entre otros productos. Quienes tienen que preocuparse ante la llegada de un diario gratuito de información general de distribución nacional son los de pago, como muy bien decía el presidente de la Asociación Española de Editoriales de Prensa Periódica, Arsenio Escolar, director del gratuito “20minutos”. La tarta publicitaria que ahora se reparten El País, El Mundo, ABC, La Razón… será la misma. Y en función de los lectores y de la eficacia de las campañas será la cuota para cada uno de ellos. Quizá también afecte a las publicaciones couché, pero poco más.
La invasión y progresiva sustitución de la prensa de pago por la gratuita ya es un hecho que hay que afrontar en lugar de atacar. ¿Vale