OPINIÓN

Los periodistas

01/10/2004

Joaquín Abad | Martes 10 de junio de 2014
Ahora que los periódicos “on-line”, los confidenciales, y todos los que se leen por Internet han sido definitivamente discriminados de la tarta publicitaria institucional, empiezan a rasgarse las vestiduras muchos de las empresas que editan dichos medios.

Que si la falta de una patronal que les represente. Que si el personalismo de sus periodistas propietarios ha hecho imposible la unión para exigir cuota… Y por último, que si la clase periodística se pasa un tercio persiguiendo famosos sin escrúpulos, sin respetar la intimidad. Que los confidenciales chantajean a empresas e instituciones… En fin. Todo un diluvio de descalificaciones para que la tarta publicitaria institucional se quede en los llamados medios tradicionales escritos. Como siempre.

Con todo, algunas cosas de las que se dicen son ciertas. Sí, muy ciertas. Algunos periodistas han llegado a la empresa y se han creído que la publicidad llega tras la llamada telefónica, tras la insinuación de un mejor tratamiento… Lo cierto es que si estos nuevos empresarios ponen en práctica esos métodos es porque lo han aprendido de sus anteriores empresas. Todos sabemos, ya no nos chupamos el dedo, como negocian los grandes. De tú a tú se reparten los miles de millones de las campañas de las comunidades autónomas como un auténtico impuesto revolucionario. De eso saben mucho los chicos de Aznar, que se negaron a seguir engordando ciertas arcas y así les fue…

Por otra parte, hay que reconocer que mientras los empresarios tradicionales se asocian en la AEDE y tratan de echar del mercado a los pequeños, a los digitales y a los gratuitos, los periodistas no practican aquello de que “perro no come carne de perro”. La envidia en esta profesión, la actitud insolidaria de los que llegan a puestos elevados, nos hacen merecedores de ciertos calificativos que hoy nos vuelven a repetir. La verdad es que nos merecemos el reproche.