Muchas cosas prometieron los de Rajoy, quizá en la creencia de que no llegarían a gobernar. El caso es que en estos años de rodillo popular comprobamos que la derecha ha llegado al poder para aliviar a los poderosos, a los de siempre.
Si ayer fue el ministro Soria, por supuesto con la complicidad del Consejo de Ministros, quien deshizo el proyecto de que los particulares pudieran poner placas solares fotovoltáicas en sus casas y ahorrar un pellizco del recibo de la luz, cuando no incluso cobrar por la energía vendida, como guiño a las Eléctricas que luego contratan a ex-ministros cesados, a ex-presidentes con sus nóminas por no hacer nada, esta vez ha sido Montoro con el llamado Crowdfunding.
Una palabreja de difícil pronunciación que hasta la semana pasada sólo era conocida por algunos emprendedores tecnológicos. El problema que ahora quiere embridar el Gobierno es que muchos inversores están pasando de los bancos para sus aportaciones a proyectos tecnológicos de apuesta y, como se está poniendo de moda, y esos millones no los controlan los bancos, ni la bolsa, ni nadie, pues se legisla unos limites y que todo vuelva a la normalidad. Porque como saben, son muchos nuestros altos cargos que proceden de la banca, de la bolsa, de empresas multinacionales reguladoras del crédito y del riesgo país, y claro, deben asegurarse el puesto tras la salida del gobierno.
El mes pasado se conoció la lista de ex-altos cargos, empezando por Felipe Gonzalez, continuando por Aznar y terminando por la ex-ministra Elena Salgado, que cobraban de las Eléctricas una millonada anual por no hacer nada. Es el impuesto que deben pagar los grandes por que cada gobierno legisle lo que les conviene.
Es como el impuesto que pagan también por mantener, por ejemplo, a los cortesanos, incluso príncipes y princesas. ¿Por qué cree que le dan un sueldo en la Caixa a la Infanta Cristina? ¿Por qué Telefónica contrató a su marido, el príncipe consorte Iñaki Urdangarín, en Washington? El cargo, con sueldo millonario era un favor de la gran empresa a la Corona.
En fin, que siempre hemos estado al dictado de lo que las grandes empresas han legislado por mano teledirigida. Estamos ante un nivel de corrupción que nuestros padres de la patria, del Rey abajo, no tienen vergüenza en disimular, aunque sea un poquito. Qué asco.