OPINIÓN

Empresas corruptas

09/11/2011

Joaquín Abad | Martes 10 de junio de 2014
Ahora que el Caso Blanco está en el candelero, va siendo hora de desenmascarar a la gran empresa española. Esa que viene desde siempre, sobornando sin rubor a políticos y sindicatos para beneficiarse en las concesiones públicas.

Las obras que se hacen con el dinero de todos nosotros. La obras que paga el Estado, los ayuntamientos, las comunidades autónomas, etc...

Conocí a un ex político, empresario, que había sido vicepresidente de una administración autonómica. Recuerdo que años después de dejar la vicepresidencia le seguían haciendo obras, le seguían perdonando facturas, y le seguían regalando áticos millonarios junto a Puerto Banús en la carísima Marbella. Aún hoy sigue recibiendo, vía subvención, millones de euros anuales en los diarios que edita.

Parece que nuestros empresarios estrella, esos que construyen autopistas, aeropuertos, mantienen la limpieza de ayuntamientos, esos, acostumbran a destinar un por ciento de sus cobros a los políticos que les facilitan los millonarios contratos. Hay quien calcula que si la corrupción en obras púbicas no estuviera tarifada, podríamos ahorrarnos un veinte por ciento de sus facturas. Algunos de estos empresarios han exportado estas prácticas tras el charco. En Argentina, Méjico y muchos países americanos han hecho el gran negocio. Han pinchado en Chile, donde no acostumbran a subvencionar como en nuestro país.

Recuerdo a un famoso constructor, muy muy rico, que llevaba el típico maletín con el millón de euros en efectivo que regalaba al alcalde de turno, sólo como muestra de buena voluntad. Luego, claro, le concedían la construcción del parking público, la plaza de toros, un centro comercial... Porque ese famoso constructor hasta montaba periódicos diarios para favorecer a su alcalde en periodos electorales. Y si luego el alcalde no respondía, pues cerraba el medio informativo y aquí no ha pasado nada.

Ese es el empresario Made in Spain. Es el empresario que, como en Andalucía, vive de las subvenciones públicas, de las ayudas y de las obras que todos pagamos. Es el modelo que ahora, en esta recesión que vuelve, ya ha cerrado sus sedes y trata de que alguien le salve los muebles.

Lo de Blanco es anecdótico. Desde hace muchos años, antes de que fuera ministro, en los círculos económicos ya se conocían sus sablazos. Vamos, hasta para ampliar un cementerio había que pasar por caja.