07/11/2012
Joaquín Abad | Martes 10 de junio de 2014
Entre Ernesto Kirchner (fallecido) y su esposa Cristina Fernández, que llevan gobernando desde comienzos de siglo -mayo 2003- y que amenazan con cambiar la constitución para perpetuarse en el poder, como hizo Hugo Chávez en Venezuela, van a dejar Argentina en el Guinness.
Si, como el país que más rápidamente se ha deteriorado socialmente, económicamente, su prestigio internacional. Lo que viene a corroborar que ese país sigue siendo gobernado por un grupo de políticos corruptos que sustituyen, cada varios años, a otros políticos más corruptos que dejan la economía como una patena mientras ellos se enriquecen sin que los jueces puedan iniciar actuaciones porque son nombrados por los mismo políticos.
Un vistazo a la prensa argentina nos depara todo un rosario de despropósitos. Un día sí y otro también la inseguridad ciudadana se cobra una nueva víctima, Ayer la de un joven asesinado delante de su novia para robarle el auto. O la detención del comisario y policías de la provincia de Santa Fe por su vinculación con el narcotráfico. También se descubre que los carceleros alquilaban sus armas a presos a los que se les permitía que salieran y se les cobraba la mitad de lo obtenido en los atracos... en inseguridad se puede escribir un libro de historias inimaginables, pero muy reales.
Si ayer Argentina era el hazme reír tras el embargo de su buque escuela, la fragata Libertad, por los jueces de Ghana, a cuenta de la deuda del país a fondos inversionistas, hoy puede repetirse otro episodio. Esta vez los mismos fondos han inmovilizado para su embargo a todo un buque de guerra argentino, la corbeta Espora, que se encontraba en Ciudad del Cabo para reparaciones urgentes, después de unas maniobras militares.
Este es el país que está dejando esa Cristina que, increíblemente, preside un país con ciudadanos con un nivel cultural elevado, pero cada vez más cansado de las excentricidades de esta viuda despechada que no duda en gastarse lo que no tienen sus súbditos en alquilar aviones para sus múltiples y caprichosos desplazamientos, mientras el país se coloca en el quinto con más inflación del mundo. Todo un récord Guinness, oiga.