10/11/2012
Joaquín Abad | Martes 10 de junio de 2014
Algunos políticos del pepé no pueden evitar sus delirios de grandeza, de lujo, de alejarse del sufrimiento de un país que ve como cientos a de miles de familias les quitan la vivienda porque se han quedado sin trabajo y no pueden pagar la dichosa hipoteca.
Cuando no, como Ana Botella, alcaldesa de la capital del Reino de España, se marcha a un spá de lujo en Portugal mientras la tragedia del Madrid Arena estaba en todos los telediarios. Esa falta de sensibilidad, como la de Ruiz Gallardón en repetidas ocasiones, es lo que produce rechazo en los votantes del partido de Rajoy. La señora de Aznar ya metió la pata celebrando al boda de su hija en el Monasterio de El Escorial, con aires de realeza. Y por lo que se ve, es que no puede evitarlo.
Ahora empezarán a salir mil detalles que son producto de la corrupción que durante años ha permitido que empresarios de dudosa trayectoria, suponiendo que agradando a políticos, tuvieran tarifa plana en los espectáculos como el de Madrid Arena. Las alarmas ya han sido superadas, por mucho que se intente tapar el desaguisado, con presiones de muy alto nivel. Ojalá el juez ponga en su sitio a cada uno, para vergüenza de Ana Botella, que aparte de tener poca sensibilidad ahora quiere echarle el muerto a otros...
Parece que todos los caudillos tienen a su señora para pasear con collares de perlas y exhibir las riquezas de palacio. El problema es que este país lo tiene mal para aceptar el lujo y ostentación de nuestra clase dirigente, y con el hartazgo hacia la clase política, doña Ana pone de su parte para el desangre del pepé, que no parece que cumpla lo que prometía antes de gobernar.