El espectáculo que está dando la patronal madrileña presidida por el empresario Arturo Fernández es de vergüenza.
Una institución heredera del sindicato vertical franquista, como las actuales centrales sindicales, salpicada de casos de corrupción, como las actuales centrales sindicales, y donde sus dirigentes se resisten a dimitir cuando salen a la luz, como en las actuales centrales sindicales. Y eso que el empresario de Cantoblanco tiene a muchos medios informativos comprados, a base de publicidad de su negocio de restauración y toda clase de intercambios. Vamos que son muchos los periodistas que comen de gorra en los restaurantes de Arturo Fernández.
Porque antes era la propia CEOE la que apestaba, presidida por un siniestro Díaz Ferrán, concuñado de Arturo Fernández (una cuñada de Díaz estaba casada con el hermano del presidente de la CEIM), que sigue encarcelado y que durante años también regaba de publicidad de Marsans a los periódicos. De ahí que las informaciones sobre los pufos de Díaz Ferrán, sus problemas judiciales con el dinero que no empleó para renovar la flota de Aerolíneas Argentinas, apenas tuviera alguna línea en los periódicos españoles. Como me comentaba un conocido director de un diario nacional, "la factura de publicidad de Marsans era muy importante para desecharla si publicábamos lo de Aerolíneas".
Hoy, las implicaciones de la vicepresidenta de la CEIM, la dimitida Lourdes Cavero, esposa de presidente de la Comunidad Autónoma madrileña, a cuenta del famoso ático marbellí, regalado -al parecer- por el presidente del Atlético, Enrique Cerezo, vete a saber a cambio de qué (quizá por los cientos de millones que Telemadrid, pagaba al productor) y la detención de Alfonso Tezanos (Presidente de FEDECAM y vocal de la CEIM), por las estafas en los cursos de formación, y demás escándalos que irán saliendo, seguro, emborronan lo que significa la patronal madrileña. Arturo lleva dos mandatos al frente de la institución y se aferra a un clavo ardiendo para revalidar otros cuatro años, a pesar de su delicada situación económica, y sus deudas con entidades de crédito.
Actitudes como las de Arturo y Díaz Ferrán son las que justifican que las cámaras de comercio sustituyan la labor de esas patronales, que por ahora se nutren de dinero público y sólo vemos que las presiden sinvergüenzas que utilizan sus cargos para beneficio propio. Como muchos sindicalistas, como muchos políticos.