OPINIÓN

El quilombo de El Algarrobico

Joaquín Abad | Lunes 11 de agosto de 2014
Como dicen los argentinos, que son muy ingeniosos para adjetivar situaciones, lo de el hotel El Algarrobico es un quilombo. Menudo lío hay formado entre constructora que en principio obtuvo todos los permisos legales para construir un emblemático hotel en un parque natural de Cabo de Gata, los ecologistas que se opusieron, la Junta de Andalucía que daba pasos adelante y atrás, y ahora el Tribunal de Justicia de Andalucía.

Porque lo de ese tribuna regional tiene miga. Donde antes unos magistrados decían Digo, ahora otros magistrados del mismo tribunal dicen Diego. Y ahora, pues es legal. Pero claro, la Junta de Andalucía, con el dinero de todos los contribuyentes, vamos con el dinero que les sobra después de todo lo que roban algunos políticos y empresarios afines al sistema clientelar, pues pagan una millonada como derecho de tanteo y retracto sobre la superficie donde está la construcción, casi al 90 por ciento del proyecto definitivo.

La patata caliente está en el Tribunal Supremo, que debe decidir si el derecho de los actuales propietarios a terminal el hotel les ampara tras la sentencia del tribunal andaluz, y anula la decisión política de la Junta de hacerse con el terreno y demoler lo construido. En cualquier caso, ya hay gastada una millonada en ese hotel que podía dar vida a una zona deprimida, como es el levante almeriense.

Pero claro, a lo mejor hay intereses ocultos a los que no les interesa que se desvíe turismo a esa zona de Almería porque podría mermar la ocupación de sus hoteles en Roquetas, o vete a saber. Y como todos saben, esos empresarios tienen enganchados por los huevos a decenas de altos cargos de la Junta, y a un pesoe al que han financiado desde que era semiclandestino. Semiclandestino porque, que sepamos, nunca luchó de verdad contra la dictadura.

Alguien debería pagar el quilombo de El Alcarrobico. Alguien tiene culpa tanto de su aprobación como de su denegación. Y a lo mejor alguien ya ha cobrado para que se desmonte, como en su día alguien pagó para que se autorizara. Si tiramos del hilo, pues daremos con los nombres. Yo, algunos sí que me se. Y ustedes también. ¿Verdad?