Joaquín Abad | Miércoles 03 de septiembre de 2014
Ahora el diario La Reppublica de Italia nos quieres sorprender con que Juan Carlos y Sofía están tramitando su divorcio. Un divorcio que de hecho, que no de Derecho, lleva vigente decenas de años. Y ya desde tiempos de Felipe González, en los años ochenta, se llevaba planeando.
Aunque la verdad es que con la aparición de Corinna zu Sayn-Wittgenstein en la vida de Juan Carlos, a comienzos del dos mil, la decisión del entonces Rey de divorciarse y casarse con su amada tomó un cariz que, al parecer, no cesa.
Porque lo del divorcio real ha sido planteado por Juan Carlos a diferentes líderes políticos. El último Rajoy, que lo vio contraproducente en la actual situación política española, donde grupos de ultra izquierda dudan de que el sistema monárquico sea el adecuado. Sobre todo por el mal ejemplo del propio Juan Carlos, derrochando cientos de millones en gastos para sus cacerías, en plena crisis económica y con medio país pasándolo mal.
Pero si Juan Carlos no se ha divorciado hace años de Sofía de Grecia no ha sido por que los dirigentes políticos se lo desaconsejaran. Nada de eso. El problema en este divorcio, como en casi todos, es el dinero. La inmensa fortuna que acumula Juan Carlos en paraísos fiscales y que en caso de divorcio Sofía le reclamaría la mitad de los mismos dado que están casados, por la iglesia, en régimen de bienes gananciales.
Cuando Juan Carlos contrajo matrimonio, en mayo de 1962, su fortuna personal era inexistente. Al cabo de los años, a base de comisiones por la importación de crudo y otras gestiones, ha logrado amasar una inmensa fortuna oculta, que el New York Times la calcula, a grosso modo, en miles de millones de euros. Ese es el problema. Corinna quiere disfrutar de esa fortuna junto al anciano Juan Carlos, pero Sofía no está dispuesta a que la parte que le corresponde se la apropie la última amante de su marido.
Sofía tiene muchos datos de dicha fortuna, en qué bancos, en qué paraísos fiscales está depositada, y llegado el momento, si no hay un acuerdo económico que respete su parte, filtrará a la prensa, ya lo ha hecho varias veces, cifras, bancos y demás datos que pueden poner nervioso a más de uno. Vamos, que le tiene pillado por donde más le duele. Por el dinero.