OPINIÓN

El avance de Podemos

Joaquín Abad | Domingo 05 de octubre de 2014
Si en la era del iluminado Rodríguez Zapatero los fieles socialistas le votaban tapándose la nariz, ahora simplemente van a votar al enemigo. Votarán al de la coleta porque, aunque no quieren un régimen bolivariano para este país, llegado a tan nivel de corrupción generalizada, entienden que ha llegado el momento de la revolución.

Que estos jóvenes acaben con el sistema actual de partidos que colocan a los suyos y roban en nombre de la democracia. Que acaben con el bipartidismo que se ha repartido España, desde hace treinta años, mientras la ciudadanía se empobrece porque los políticos roban a manos llenas.

Pero me temo que los que votaban al Partido Popular, fieles como una piña, se han cansado al saber, día tras día, como sus gallardones, sus acebes, sus cesados, se colocan en consejos consultivos que sin trabajar les garantizan de por vida, sueldos de ocho mil quinientos euros mensuales, secretarias, coches oficiales, chóferes... Un despropósito nada comparable con las tarjetas Black de Bankia... Y claro, tanto va el cántaro a la fuente que al final, gracias a que ya no hay manera de ocultar los abusos, los votantes se han enterado de que gracias a ellos miles de políticos nos están robando. Y ahora están dispuestos a votar al demonio, con coleta, con tal de que alguien acabe con los corruptos.

Y como de aquí a que se celebren elecciones generales todavía están por salir miles de casos de corrupción, y algunos van a ser muy sonados, pues me temo que los de Podemos, los que ahora prometen acabar con La Casta, con ese bipartidismo cómplice de un sistema corrupto que desangra a caudales, se hagan con el poder. Y entonces se pondrá en cuestión todo el sistema que durante años ha servido para que una clase política se lo monte a costa de unos ciudadanos que la crisis les ha crucificado. Incluso propondrán una reforma constitucional donde hasta se deberá decidir si monarquía o república...

Aunque ese paréntesis revolucionario deberá quedarse en sólo eso. Un paréntesis, en la reciente historia de España, para que de una manera democrática alguien ponga fin al estado general de corrupción que ahora nos ahoga. Nos desangra.