Joaquín Abad | Miércoles 29 de octubre de 2014
Ya en las últimas elecciones muchos votaban tapándose la nariz, porque conocían los numerosos casos corruptos en las listas de los políticos que debían elegir. Pero aquello ya es historia. Me da en la nariz que ya serán pocos los leales a partidos corruptos.
Leales al bipartidismo corrupto que durante estos treinta años han convertido a los partidos en oficinas de colocación, oficinas de comisiones para la financiación del aparato y de los propios políticos que guardaban su dinero en cuentas bancarias de paraísos fiscales. Porque todas las administraciones, ayuntamientos, diputaciones, comunidades autónomas, gobierno central, manejan miles de millones para contratos públicos. Y, como ha declarado Ignacio Zubiri, catedrático de Hacienda Pública, "los contratos públicos no se dan al más eficiente, sino al que es capaz de sobornar mejor".
Porque la verdad es que las grandes empresas, las que se llevan contratos mil millonarios de las administraciones, tienen la suficiente ingeniería financiera para situar los sobornos fuera del control del gobierno español. Tienen tentáculos, sucursales y especialistas capaces de que los sobornos no sean rastreables... Y si en muchas ocasiones se descubren, son por fallos, o porque la ex-esposa despechada se va de la lengua.
Y eso ya no hay manera de ocultarlo. Y muchos votantes, incluso esos de la derecha más tradicional, pactarán con el diablo, votarán al de la coleta, votarán a Podemos para que sean esos jóvenes revolucionarios quienes se encarguen de echar a los corruptos de la escena política nacional. Porque cada vez que entramos en internet y miramos las noticias, nos damos de narices con nuevos y nuevos casos, cada vez más vergonzosos...
Han sido muchos años de aguantar a una clase política que sólo ha mirado cómo enriquecerse. Treinta años robando, abusando, toda una casta política que como además legislan, tienen en sus manos los parlamentos regionales y nacionales, nunca propiciarán leyes eficientes para terminar con esa práctica. Viven en una eterna hipocresía dándose golpes de pecho cuando salta un caso corrupto en la bancada de enfrente.
Pero hartazgo es tan tremendo entre la población que me temo que esto va a cambiar. Pero no gracias al actual bipartidismo, que tiene toda la pinta de pasar a la clandestinidad en las próximas. No. Deberán ser nuevos políticos, desconocidos políticos, no vinculados a los viejos corruptos... Los españoles, gracias a esta trama corrupta, están dispuestos a votar al diablo. Y es que la actual clase política se lo ha buscado a pulso. Y se lo merece.