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Por Almería

10/09/2004

Por Joaquín Abad
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martes 10 de junio de 2014, 12:58h
La pasada semana coincidí con otro ilustre periodista, que también firma en esta web, en el mismo restaurante de la capital almeriense.
Me topé con un Jesús Pozo enamorado de su tierra, que tantos sinsabores me ha dado a mi durante los diecisiete años que permanecí dirigiendo un diario local agresivo y combativo. Agresivo contra los políticos que se vendían por dos pesetas. Corrosivo contra la mafia local que en esta tierra, hasta que mataron a tiros a su jefe el pasado febrero, hacía y deshacía a su antojo, con complicidad de algunos policías y miedos en los juzgados de tener que citarle…

Esta Almería, que se ha enriquecido a costa de inundar de invernaderos todo el paisaje de la costa mediterránea, que está a punto de salir en el Guinness por el número de asesinatos no resueltos, por el número de centros de prostitución construidos entre los invernaderos, soporta años y años, hasta seis, que se levante una avenida principal para la construcción de un parking y siga sin concluirse sin que se le caiga la cara de vergüenza a los sucesivos gobiernos municipales que ocupan la casa consistorial.

Almería, se dijo, siempre fue la cenicienta de Andalucía. Mientras Sevilla, Córdoba, Cádiz… se embellecían a costa de los presupuestos generales del Estado, mientras en Granada, Jaén se construían carreteras, autovías, aquí estábamos a diez horas de la capital de España. Aún hoy los vagones Talgo que diariamente salen de la estación de Atocha son los más cochambrosos y antiguos de la flota de trenes que circulan por las vías españolas, y nadie dice nada…

Esta ciudad, conformista y apática, es la que nos ha visto nacer a Jesús y a mi. El se siente orgulloso de ello, yo… no puedo estar satisfecho viendo como los vecinos ponen la otra mejilla para que sigan abofeteándola. Me niego a consentir que la mayoría de la población no grite y mire para otro lado cuando los matones, las mafias, se adueñan de la ciudad poco a poco. Cuando los cada vez más ricos especulen y a costa de construir muy barato –aquí no se aíslan los edificios-, tengan lo suficiente para prestar a los bancos. En esta tierra han hecho negocio los muy afamados Javier de la Rosa (Tierras de Almería), Marcos Eguizábal (Entursa), Juan Guerra…

Después de esto, sólo digo que me parece estupendo que Jesús Pozo se sienta orgulloso de ser almeriense… ¿Pasa algo?
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