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El circo

26/01/2012

Por Joaquín Abad
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martes 10 de junio de 2014, 12:58h
Recuerdo a Baltasar Garzón cuando llegó al juzgado número tres de Almería. Como yo dirigía entonces un aguerrido diario llamado La Crónica no tuve mas remedo que sentarme frente a él y responder por querellas de quienes se sentían perjudicados por lo que publicábamos, un día si y otro también.
En pocos meses se le notó que era valiente, que no le importaba instruir casos que otros jueces de la plaza preferían no aceptar. Bien por el relieve de los personajes implicados, o porque detrás estaba la mafia que durante décadas sometió a esa ciudad del sur de España a un auténtico acoso delictivo, mientras autoridades y medios de información miraban para otro lado. Excepto el periódico que yo dirigía, que sufrió ataques, atentados, que eran silenciados por los corresponsales locales para que no trascendieran fuera de las fronteras de la provincia. El llamado Caso Asensio fue sonado durante muchos años hasta que a comienzos de los noventa, una redada de la Guardia Civil acabo con la banda de mafiosos, y cuyo cabecilla, Juan Asensio, confesó al juez Garzón, desplazado desde la Audiencia Nacional a Almería para llevar la instrucción y desmantelar la organización.

Fue muy valiente porque ningún juez se atrevía con la mafia de Asensio, y él logró que su instrucción le llevara a la cárcel por homicidio... Almería, y yo personalmente, siempre se lo agradecemos.

Creo que Baltasar puede haberse equivocado y no necesita ese circo mediático mientras se sienta en el banquillo de los acusados. Inocente o culpable de los tres casos a que se somete ya ha pasado a la historia por muchas instrucciones que solo un valiente, un héroe, es capaz de ejecutar. Los héroes también se equivocan, y solo entiendo a un Baltasar con intención de esclarecer, que no de prevaricar.
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