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Guerra en los medios

13/12/2002

Por Joaquín Abad
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martes 10 de junio de 2014, 12:58h
Y es que los medios informativos han dejado de ser órganos de expresión independientes. Eso que antes era la conciencia del poderoso, del temeroso, ahora se ha convertido en el negocio del banquero.
Sólo hay que echarle un vistazo a los llamados boletines confidenciales, esos que ahora se leen en Internet, para entender de qué va la película en la guerra mediática que estamos inmersos desde hace unos años. La guerra de querer controlar medios informativos, algunos con pérdidas multimillonarias, y que no parece importar al Berlusconi de turno siempre que pueda ejercer influencia.

Y es que la culpa la tienen los de siempre. Los que han descubierto la de negocios que se pueden hacer bajo la sombra de un medio informativo posicionado. La culpa la tuvo el Watergate, que permitió a unos periodistas del Washington Post tumbar nada menos que al número uno, al hombre más poderoso del mundo. Y eso no se puede permitir, claro.

Quizá ese fue el principio del declive de los medios informativos, de los periodistas que hasta entonces se enorgullecían de ir de independientes y no casarse con nadie a la hora de informar de los hechos que investigaban.

Y como la telaraña del poder todo lo alcanza, como la misma Iglesia, se iniciaron las consignas en universidades y escuelas de periodismo. Había que crear una nueva generación de periodistas que fueran tan profesionales que no debían opinar, sólo informar de lo que vieran con sus propios ojos o de lo que le informaran diferentes fuentes contrastadas.

El resultado es que no paran de salir de las fábricas universitarios con el título de periodista y que están encantadísimos con escribir lo que ven, lo que escuchan y lo que contrastan… Encantados de no investigar. Encantados de no perseguir al corrupto. Encantados de no opinar… Los medios informativos son un negocio. Un suculento negocio de poder. De influir y de obtener información privilegiada.

Pero ocurre que Internet se escapa a los poderosos y los gobiernos de derechas intentan silenciar esas opiniones e informaciones que no controlan…
Pero los caminos de la libertad son gaseosos y ningún poder, ningún gobierno, podrá encapsular la libertad de pensamiento. Siempre lo han intentado. Y siempre, al final, han fracasado.
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