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El señorito Rajoy

El señorito Rajoy

Por Joaquín Abad
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martes 10 de junio de 2014, 12:58h

No entiendo que ahora, después de tantos y tantos años, descubran que el periódico de cabecera de Rajoy no es otro que el deportivo Marca.

Esta profesión, que tiene que descubrir todos los días los mismos hechos, me dan la pauta de en qué manos estamos, informativamente hablando, claro. Porque desde que Mariano era ministro ya sabíamos que prefería ver un partido en la tele que presidir un acto oficial. Y que se fumaba un puro mientras otros ministros de Aznar temblaban ante acontecimientos varios... Rajoy siempre ha sido el ministro pasota, acostumbrado como buen hijo de señorito gallego a dormir la siesta y trabajar lo justo. Desde muy joven descubrió que en la política podía vivir estupendamente sin dar un palo al agua y tomárselo todo, absolutamente todo, a la gallega.

Y a la gallega ha dejado necrosarse el tema catalán, mirando para otro lado cuando Arturo Mas empezaba a despuntar sus maneras secesionistas. Si hubiera pegado un puñetazo en la mesa, cosa que no hará jamás, a lo mejor no estaríamos ahora temblando por la consulta anunciada, si o si, por nuestros amigos del norte. Es más, ha incumplido casi todas sus promesas electorales y como pueden comprobar, ni se sonroja.

Ahora se le acusa de que ha sido, junto a Juan Carlos, nuestro monarca faldero, quien ha pedido a los italianos la cabeza en bandeja de plata de Pedro J Ramírez, director de El Mundo y mosca cojonera durante tantos años de nuestros políticos corruptos y delincuentes. Me parece que Mariano ha pasado de prensa y no ha movido un dedo en la conspiración. Más bien alguna muñeca diabólica ha clavado alfileres en el muñeco de trapo consiguiendo a la vez descabezar El Mundo y domesticar El País, presionando a los bancos para que le renueven la deuda y no caiga en bancarrota.

Ni siquiera Alfredo el químico, Rubalcaba, entiende que si don Mariano pierde las elecciones no acudirá al muro de las lamentaciones a darse cabezazos. No, a Rajoy no le quita el sueño volver a la oposición, donde campeaba cómodamente sin las responsabilidades que acompañan al cargo. Otros, matarán para no dejar de pisar moqueta. Nuestro presidente, seguirá leyendo el Marca.

Y eso, en la profesión periodística, siempre lo hemos sabido. Pero parece que la pillada con su periódico subiéndose a coche oficial ha despertado a la canallesca como si lo hubiera sorprendido infraganti en un acto indecoroso. ¡Qué país!

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