Sábado 11 de agosto de 2018
OPINIÓN
No era famoso. No era ambicioso. No era creido ni egoista. Cuando lo necesitabas, allí estaba, como un ángel de la guarda, llenándote la piscina, la balsa, o ayudándote en las labores de la finca. El sábado se le despidió en la iglesia parroquial de Pechina.