Lunes 11 de julio de 2016
OPINIÓN
No me imaginaba que Pedro, Pablo y Albet peregrinaran a Torrejón para confesarse ante el jefe del Imperio, ante el presidente Obama, durante unos escasos minutos. Sólo el tiempo mínimo, pero suficiente, para volver a Madrid a contar que han visto y tocado la mano del Todopoderoso. Quienes fueron testigos dicen que hasta el coletas babeaba de ilusión.