Si, porque la lista de los personajes de relevancia política, social y económica investigados por Montoro puede convertirse en todo un culebrón que nos dará titulares todos los días durante mucho, mucho tiempo. Porque lo que en su día se dijo de que el padre de Artur Mas tenía mas de dos millones de euros en un banco suizo, en Liechtenstein, y que su hijo era el beneficiario, parece que tiene más historia. A lo mejor lo de Pujol se repite con el sucesor.

Pero Artur no será lapidado en público, en directo y con cogotazo del policía de turno introduciéndolo, detenido, en el coche para conducirlo a sus oficinas donde hacer un registro minucioso. El ministerio fiscal, que como se sabe depende jerárquicamente del gobierno, le tratará con guante blanco y quizá hasta con pacto secreto, como acostumbra este Rajoy que no necesita crucificar al Presidente de la Generalitat para aguantar el tipo hasta las generales sin que su vice, Soraya, le arrebate el sillón al primer descuido. Y es que las espadas en alto no están para luchar entre partidos adversos, entre Pedro Sánchez y Mariano Rajoy, sino entre compañeros del mismo partido. Susana contra Sánchez. Soraya contra Rajoy...

Y es que algunos apellidos, algunas familias, están estigmatizados. Como los De la Rosa, como los Pujol, cuyo padre ya sabemos que contrabandeaba con divisas y guardó su fortuna en un banco andorrano, o como los Rato. Don Ramón Rato, padre del exminisro Rodrigo, no se le ocurre otra cosa en 1967 que reclamarle al hermano del dictador Francisco Franco, a Nicolás, casi cinco millones de pesetas de esos años que el muy gorrón no devolvía a los bancos propiedad del patriarca. La venganza del régimen fue inmediata. Se le intervienen los bancos Murciano y Siero y además se le detiene, con gran publicidad, mientras se celebraba la boda de la hija con un sobrino de Emilio Botín.

Ya se sabe que algunos regímenes no perdonan y utilizan los resortes del poder para eliminar al enemigo como mínimo con la pena del telediario. Ya me entienden.