Muchos ni se les conocían. Se les llevaba el sobre, la nómina, a su casa para que no se molestaran en acudir al centro. Con la democracia, después del setenta y seis, la situación no ha sido muy diferente. Al contrario. Adolfo Suárez, Felipe González, José María Aznar y luego Rodríguez Zapatero, cesaron a los colocados, a dedo, por el gobierno anterior y colocaban, también a dedo, a sus hombres de confianza.

Ahora parece que le está tocando el turno a los del pepé relevar a un buen número de profesionales que no lo hace mal, pero que fueron contratados por el anterior gobernante. Entre los que salen está Ana Pastor, toda una profesional con un salario de ciento cuarenta mil euros (casi 24 millones de las antiguas pesetas), conductora de los Desayunos, con una merecida audiencia. Las redes sociales tiemblan con el argumento de que caerá el número de conectados a esa hora. Televisión Española parece que no depende de las audiencias masivas para justificar su publicidad, porque no la tiene. Es más. Si de un servicio público se trata, deberá dedicarse a programas culturales que las privadas no se lo permiten por su baja rentabilidad. La televisión pública no debe competir en programas telebasura...

Cuando los del pesoe vuelvan a gobernar cesarán a Julio Moano y colocarán de nuevo a Ana Pastor. Es lo que se viene haciendo. Una vergüenza, oiga.