Muere el capo de El Corte Inglés
domingo 14 de septiembre de 2014, 22:06h
Y van dos. También a la edad de 79 años, Isidoro Alvarez ha fallecido tras agravarse la enfermedad que le llevó a ser hospitalizado en el Puerta de Hierro.
Imagino que como al capo del Santander, que lo enterraron la semana pasada con honores de jefe de estado, también nos desayunaremos mañana con toda una andanada de artículos e informaciones babosas sobre la figura del presidente de una institución que durante años prestaba dinero a los bancos, pero que últimamente las estaba pasando crudas. Y su amigo Botín, que descansa en paz desde hace unos días, y otros banqueros, le habían pedido que se desprendiera de edificios, pero que no estaban por renovarle el crédito de varios miles de millones de euros que vencían y no había forma de pagar.
Alvarez ha presidido una empresa rodeada de oscurantismo, y con unas prácticas laborales y despidos nada éticos, cuyos casos no se publican en prensa porque es uno de los que más gasta en publicidad. Ocurría como con Díaz Ferrán, el capo de viajes Marsans, que fue presidente de la patronal, CEOE, mientras ejercía un poder como verdadero mafioso antes de que un juez lo enviara a prisión por delitos económicos. Los de la prensa silenciaban sus atropellos, las palizas a los periodistas independientes que publicaban, en confidenciales digitales, claro, algunos asuntillos que molestaban al capo. Viajes Marsans se gastaba una pasta en publicidad y claro, los editores estaban vendidos a lo que dijera el presidente de la patronal.
Porque por si no lo han notado, tenemos una prensa de papel agonizando, pendiente de las migajas de publicidad de El Corte Inglés, del Santander, y de otros para llegar a final de mes. Por eso cuando un capo de 79 años muere, todo son condolencias y recuerdos de lo que hicieron por España. Silencio sepulcral ante las sombras de estos hombres que para llegar a donde están, para acumular la riqueza mil millonaria, han tenido que pisar muchos callos. Han tenido que aprovecharse del débil. Han tenido que explotar a los trabajadores comprando a los representantes sindicales, claro. Han tenido que robar. Han tenido que bordear la ley, cuando no atravesarla tomando el atajo, sabiéndose inmunes ya que los gobiernos, en nómina del poder, estaban para servirles.
Y como no hay dos sin tres, Amancio Ortega, 78 años, el capo de Zara, se ha rodeado de toda una legión de médicos y enfermeras, que imagino que hasta dormirá con ellos, para no saludar en persona a Isidoro Alvarez y Emilio Botín.