sábado 06 de diciembre de 2014, 11:05h
Desde los comienzos democráticos he seguido, como profesional, las ruedas de prensa y entrevistas a los que han sido líderes políticos de la nación. He visto como los periodistas entrevistaban a los líderes de la UCD. Como algunos trataban, con sus preguntas, de pillar a Adolfo Suárez.
En general con buen talante y camaradería incluso cómplice. Estuve en la presentación de Alianza Popular, en el Hotel Mindanao, con los siete magníficos, observando, también sacando de quicio, a un Fraga arrasador que se atropellaba echando en cara a los numerosos periodistas presentes que gracias a él existía el carné de prensa...
Paralelamente asistí a un sin fin de entrevistas al entonces portavoz del grupo de la oposición, Felipe González. Siempre se limitaban a tomar nota de las críticas de Isidoro a la política de Suárez, y apenas alguna pregunta incómoda al que se vislumbraba como futuro presidente del gobierno, ya que se conocían las maniobras del Borbón para que Adolfo dejara el cargo. Cuando el pesoe llegó al poder, lo he publicado mil veces, los periodistas babeaban. Como volvieron a babear con la llegada de Rodríguez Zapatero.
La entrevista que le hicieron a Pablo Iglesias, si, ese Iglesias que puede dar la sorpresa de sentarse en La Moncloa muy pronto, el viernes por la noche, en el canal 24H, víspera del puente de diciembre, será de antología. Al conductor del programa, Sergio Martín, se le veía serio, tenso. Dijo haber estado toda la semana estudiando el programa económico de Podemos. Hizo lo que pudo, parece que aleccionado, para sacar las contradicciones o puntos dudosos del programa. Se dio de bruces con un Pablo seguro, que respondió con argumentos muy lógicos y que calaban en una población maltratada por el paro y la pobreza. Recalcó varias veces que no era de recibo que el gasto lo soportaran los asalariados mientras que los ricos apenas contribuían con sus privilegios fiscales...
A los periodistas Graciano Palomo y Alfonso rojo se les notaba demasiado su aversión por el personaje que tenían enfrente y trataron de magnificar la ideología del entrevistado, que les respondió adecuadamente con argumentos que dejaban claro que su partido haría lo posible sin ceñirse a ideologías bolivarianas ya que no tenía sentido aplicarlas en un país de la órbita europea. Trataron de llevar a lo personal algunos episodios que al final resultaron bochornosos para los propios tertulianos.
La conclusión era muy evidente. Había instrucciones de atacar, machacar a Pablo Iglesias. Y se notaban los nervios y talante tanto del director del programa como de algunos de los tertulianos, empeñados en menoscabar la credibilidad de este joven político que la corrupción, que anega a pepé y pesoe, le regala miles y miles de votos a diario. La entrevista se realizó en un ambiente seco, tenso, con caras largas de los tertulianos a los que habitualmente vemos sonreír todos los viernes... Vamos, como si todos hubieran sido advertidos previamente... Una pena. Se les ha visto el plumero. Esta vez ha sido muy evidente.