Parece que estos ingenuos no leen la prensa argentina, Pagina12, La Nación, Clarín, donde daban pelos y señales de como iba a actuar la viuda desconsolada y enlutada, que se atiborra de pastillas todas las noches para poder dormir y que por las mañanas vuelve a atiborrarse de pastillas para despertar a eso del mediodía y que no reúne a sus ministros porque se echó en manos de los amigos de su hijo y de esa organización radical mafiosa que se llama Cámpora.

Porque quien ahora hace y deshace en Argenetina no es el gobierno de Cristina. Su hijo Máximo, ese farruquito y su amigo Axel Kicillof han desplazado todo el poder ejecutivo en sus manos y no dudarán en seguir atracando mano boletín oficial para desplazar a todas las empresas que no sean exclusivamente argentinas.

Se dice que quien a hierro mata a hierro muere. Repsol, como las demás empresas que decidieron instalarse en Argentina, lo hicieron a base de miles de millones de sobornos. Y han seguido sobornando, y pagando los atracos que precisamente el marido de Cristina exigía, en maletines de millones de dólares, para financiar las campañas electorales. Porque por si no lo saben, en Argentina hay más de cuatro millones de votos que se compran en todas las elecciones y que dan la victoria al que más paga. Son los parados, subsidiados por las provincias -allí son naciones- llamados piqueteros.

Y como refranes hay para todos, pues que se mesen las barbas Telefónica, Santander, BBVA y demás compañeros de cama. Esto va como Venezuela... Sólo es el comienzo.