Eso sí, con la promesa de que esa muestra no sería utilizada en actos terroristas. Vamos, que si alguna vez vuelven a hacer de las suyas, lo harán con otro material, palabrita del niño Jesús. Y tiene bemoles que los observadores hayan pretendido entrevistarse con los gobiernos español y francés... ¿Para qué? Para decirles que habían verificado que los asesinos les habían enseñado una partida de armas? ¿Para decirles que no se las habían entregado a nadie, sino que seguían en poder de la banda?
Tomadura de pelo mayúscula para los que se dejan, como el lehendakari Iñigo Urkullu, que no ha tenido otra ocurrencia que avalar la labor de los mediadores internacionales antes de su comparecencia en la Audiencia Nacional para dar cuenta al Juez de su encuentro con miembros terroristas en una ciudad francesa. Porque por mucho que pongan cara de buenos, se trata de una banda de asesinos sin escrúpulos que durante décadas han sembrado el terror, el miedo... Y que si ahora han decidido no volver a matar, no es porque estén arrepentidos, sino porque la acción policial y de la Guardia Civil les ha puesto entre las cuerdas desmantelando una y otra vez sus comandos armados y encarcelando a cientos y cientos de criminales que cumplen condena en nuestras cárceles. El santuario francés hace años que dejó de ser su refugio porque España es un Estado de Derecho reconocido y respetado.

Como periodista me siento avergonzado del despliegue mediático que se ha ofrecido a estos asesinos, junto con los payasos mediadores, intentando dar imagen de un acto y silenciando que era una gran mentira. Vamos, que ETA no ha entregado ningún arma. Las ha enseñado y se las ha guardado. Ese debía haber sido el titular en todos los telediarios en lugar de lanzar la especie de que ETA iniciaba una entrega voluntaria de su armamento.

Me da pena ver a Iñigo Urkullu haciendo el papelón en su comparecencia en Bilbao, afirmando que cualquier gesto por parte de la banda era una buena noticia.

En el fondo dudo de todo. De que los etarras no sean en realidad unos actores, con pistolas falsas y balas de fogueo, y material explosivo que a lo mejor es azúcar moreno... Porque los payasos mediadores se han limitado a filmar lo que le han enseñado los actores, sin comprobar nada, ni siquiera la identidad de los farsantes. ¡Menudo montaje!