Cuando era comentarista político de ABC coincidimos en una cena en el Club Financiero Génova. El entonces joven Pedro destilaba simpatía, liderazgo, acercamiento… A los pocos años Juan Tomás de Salas sustituyó a esta joven promesa por Miguel Ángel Aguilar al frente de Diario16, rotativo nacido en la democracia con espíritu libre del que carecían los complejos, compromisos y demás servidumbres que destilaban los dinosaurios ABC, Ya, Informaciones, El Alcázar, Arriba... En aquellos años podías comprar cualquier periódico porque todos decían lo mismo. Se diferenciaban por las numerosas páginas de anuncios breves o de esquelas. Pedro convirtió a Diario16 en un periódico independiente que investigaba a buenos y malos, que levantaba ampollas y no se amilanaba con las amenazas del poder.

Por segunda vez a Pedro lo ha cesado el poder. Los políticos, nuestros políticos, no consienten que se desayunen un día sí y otro también con sus corrupciones, sus miserias, en las portadas de los medios. Por eso suelen utilizar las campañas publicitarias institucionales para domesticar a la prensa. Y durante muchos años, muchos, los sucesivos gobiernos, tanto del pesoe como del pepé, lo vienen practicando. Lo he visto, lo he vivido en carne propia mientras dirigía, durante 17 años, un diario en Andalucía que no era cómodo a los sucesivos gobiernos locales.

De Cambio16 lo cesó el editor, Juan Tomás de Salas, por petición personal de Juan Carlos de Borbón, nuestro monarca cazador de elefantes en Botswana y niño consentido de los diferentes gobiernos que le han pagado generosamente, a cuenta de los fondos reservados, los gastos de sus cientos de amantes a lo largo de cincuenta años…

Su salida de El Mundo se la debe a este presidente gallego, Mariano Rajoy, al que a pesar de que su lectura se limita al Marca y As, no ha entendido que sus correos con Bárcenas fueran aireados por el rotativo de Pedro. En una democracia al uso, esto hubiera significado la dimisión del Presidente Rajoy. En España ha sido al contrario.

Me temo que la trayectoria de El Mundo tendrá un después de Pedro bastante diferente. No sólo por la crisis económica que se vive en el sector, sino porque el cese es un aviso a navegantes. Quien se extralimite con el poder político en este país ya sabe lo que le espera. O te dejas que te mimen e inyecten dinero y te callas, como han hecho con El País últimamente, o te buscas otro trabajo. Sólo desde la absoluta independencia económica se puede hacer crítica sin que te puedan crucificar. Y la prensa de papel hace años que dejó de ser solvente.

Me consta que Pedro no es precisamente un personaje que esté dispuesto a caminar en silencio al cementerio de elefantes. Su siguiente proyecto, digital, claro, levantará ampollas en los que creen que han silenciado a un profesional incómodo. Incómodo al poder, claro. Pero gracias a San Internet la libertad de prensa, en la red, en tabletas, está a salvo. Creo que Pedro verá, desde su nueva atalaya digital, el fin de la agonía del papel.