amigos de los políticos, esposas de los políticos, hijos de los políticos, amantes de los políticos... y también de los sindicatos... y ahora tenemos casi cuatro millones de funcionarios. Si, cuatro, con mayúscula, casi cuatro millones de funcionarios que han creado una burocracia, un clientelismo difícil de explicar. Es muy, muy difícil, que estos políticos nos convenzan de que España necesite tamaña clase dirigente paniaguada, muchos viviendo como reyes sin dar palo al agua.
Porque los partidos, los sindicatos, a la vista está, se convirtieron hace años en oficinas de colocación de enchufados, familiares, amantes... y así nos va. Que los partidos de clase, pesoe y pepé se tapan mutuamente las vergüenzas y nadie se atreve a mover a la casta. La casta que encabeza Felipe González que fue el primer responsable de que en democracia se institucionalizara la corrupción. De que se tarifara la corrupción. De que se aforaran los políticos para salvarse de los jueces que descubrieran sus vergüenzas. Fue el primer responsable de que miles de políticos accedieran a sueldos y prebendas que por la vía normal jamás optarían a coche oficial, chófer, secretaria, salario de lujo... vamos que a partir de que Felipe arrasara en las urnas un 28-O los inútiles, los que no habían dado palo al agua, entraron en nóminas oficiales y se lo creyeron. Y descubrieron que el Estado le puede mantener como unos privilegiados, a ellos, a sus hijos, a sus esposas, a sus amantes... Y se han confiado tanto que algunos ya empiezan a pasar la vergüenza de que la Guardia Civil les detenga por quedarse con los dineros destinados a parados.
Porque esto no lo arreglan ni los de Izquierda Unida, ni los de UPyD, ni los de la "coleta". Hay mucho interés en juego y, como Magdalena Alvarez, que se ha resistido todo lo que ha podido a dimitir como vicepresidenta del Banco de Europeo de Inversiones, después de ser imputada en el escándalo de los "eres" andaluces.