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Algunos hombres buenos
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Algunos hombres buenos

Por Joaquín Abad
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miércoles 23 de julio de 2014, 10:03h

Pues sí, echo de menos algunos hombres buenos. Algunos hombres como los que conocía a finales de los setenta y comienzos del ochenta. No digo que antes no los hubiera, y que ahora no los haya.

 Pero los que recuerdo, de verdad, fue en esa época en concreto. Una época de ilusión, donde hacerse rico a cualquier precio no era lo que molaba, no. Conocí a gente importante que eran amigos sinceros, no interesados. Que si podían te ayudaban y sólo te pedían un favor si el mismo no te comprometía. 

En esa época, finales de los setenta, antes del golpe del 23-F que desmontó Tejero no permitiendo que se formara el gobierno presidido por el general Alfonso Armada, tuve relación con empresarios, profesionales, políticos que ilusionados trataban de construir una sociedad más libre, más justa... Conocí a muchos de la desaparecida UCD de Adolfo Suárez que se tomaron en serio trabajar para la sociedad, y no vivir a cuenta de la sociedad. Era una época en que los ministros atendían directamente las llamadas de los periodistas, sin intervención de gabinete de comunicación para filtrar los temas... Como periodista en ejercicio creo que fue la mejor época que viví. Creo que el techo de libertad de expresión en la época de UCD nunca ha vuelto a vivirse. En aquellas fechas no había barreras para un periodista. Cualquier institución atendía al periodista con sinceridad, sin ocultar nada ni extrañarse porque un medio informativo se interesara por determinada cuestión.
Recuerdo a Adolfo Suárez llegando en sus primeras vacaciones a Almeria, al pié del avión echándome el brazo sobre el hombro a la vez que me susurraba al oído una inocente maldad... En aquellas fechas yo era reportero de el diario El Alcázar.
En el ochenta y dos comencé a dirigir el diario La Crónica en Almería... Y fue tras la llegada de los socialistas al poder cuando los hombres buenos fueron desapareciendo. Los delegados, los cargos de ucedé eran sustituidos por socialistas, algunos auténticos cazurros sin preparación pero que eran colocados por su militancia... Y en lugar de tratar con hombres buenos tuve que vérmelas con hombres rencorosos, hombres que de la nada les habían puesto en un despacho con moqueta y se lo creyeron. Me enfrenté con unos sindicatos que en lugar de salvar puestos de trabajo disfrutaban cerrando empresas...
Y llegado este momento, siglo XXI, echo en falta hombres buenos... No los encuentro.

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