El dicho de que las ratas huyen cuando el barco se hunde parece verse todos estos días al escuchar a tantos y tantos políticos rasgándose las vestiduras a cuenta de lo de la guerra de Irak, a cuenta de lo del Prestige, a cuenta de no se sabe qué pero el clima se torna agrio. Esto de votar, cada cuatro años, o cada dos, depende, que debía ser de celebración, de alegría y fiesta porque se nos da la oportunidad de participar, de decidir quienes nos van a administrar durante los cuatro próximos años, se ha convertido en algo poco agradable. Y es que el panorama se antoja algo complicado. Por primera vez los vascos, algunos vascos, no podrán votar a los terroristas disfrazados de políticos, por más que le pese al exjesuita vasco, Xavier Arzallus. La incógnita se desvelará dentro de unas horas. Pocas porque los resultados prometen estar a las nueve y un minuto colgados de una página en internet. Y veremos qué consecuencias, que premio, se lleva el verde Mendiluce, después de la bronca de esos supuestos intelectuales que le insultaron en público para que su presencia no restara votos a la izquierda, a Llamazares y a Zapatero, claro. Aunque actitudes tan fascistas, a estas alturas del siglo XXI, dan muy mal resultado. Si las televisiones, paniaguadas todas, hubieran ofrecido amplia cobertura de la patada a Mendiluce, a estas alturas andarían escondidos los agresores. Los agresores a la libertad de voto. Los agresores a la libertad de expresión. Auténticos fascistas que creen que se pueden imitar los modos y maneras del stalinismo más fascista.

Porque como se puede comprobar, estamos rodeados: Nazis en el norte, en el País Vasco. Fascistas disfrazados de intelectuales en plena capital de España. Pasotas en Andalucía, donde viven del subsidio desde que se instaló Manuel Chaves. Llorones en Galicia a cuenta del chapapote. Prepotentes en Cataluña, porque el PSOE vuelve a hacerse con las alcaldía y el PP sigue en el banquillo, a la espera…

Si, lectores. Estas prometen continuar con las autonómicas catalanas, con las generales que vienen y hasta que la izquierda, representada por el dúo sacapuntas de la pancarta, Zapatero y Llamazares, no toquen el poder, aquí vamos listos. Porque ocho años, ocho, son muchísimos años sin el coche oficial, sin la secretaria, sin el langostino a cuenta del presupuesto público… La acritud que se ha vivido no termina el viernes, día 25 de mayo. Que no.

Otro día les hablaré de lo que hacen los ciegos, la Once, para ganar más y más. En diciembre la revista Capital ya descubrió el pastel y ahora la web elconfidencial.com ha vuelto a dar en la diana: Meten para el sorteo el triple de bolas que de cupones… Las probabilidades de que el premio le toque a un mortal se reducen. ¿Qué listos son, verdad? Lo malo, lo sospechoso, es que el Zaplana de turno diga que no tiene nada que decir del asunto. Muy sospechoso.