Y hasta ahora sólo teníamos la sospecha de que algo se escondían los gabachos para que enseñaran los dientes y llegaran a poner en peligro la estabilidad de Naciones Unidas, como lo han hecho tras su tenaz oposición a la invasión de Irak.

La amenaza de levantar la punta de la alfombra, sólo la punta, oiga, de la alfombra de corruptelas, por parte del antiguo régimen de Sadam, a nuestros políticos europeos, con financiaciones a campañas electorales, a partidos, a líderes, con sobornos nada menos que al actual presidente francés Jacques Chirac, quizá por su intervención en Elf, o vaya usted a saber, está provocando más de un infarto. Pero me temo que con los petrodólares que manejaba el personaje, y que no tenía forma de gastar, eran muchos los políticos que peregrinaban a Babilonia en busca del dinero fácil.

Y es que los franceses, los alemanes, gritaban contra la guerra porque no podían participar. Sadam Husein les tenía cogidos por los testículos del soborno a ambos. Debían oponerse aun a costa de dividir Europa, la OTAN, Naciones Unidas y lo que fuera preciso. No creo que los de la pancarta, me refiero a Zapatero y Llamazares, tuvieran las mismas razones que el vecino francés. Éstos simplemente olfatearon la fractura social, a costa de la sensiblería de oponerse a la guerra. Vieron los votos fáciles, no el petrodólar fácil. Pero ambos le han hecho un tremendo favor al presidente de la República Francesa, que veía desmoronarse, entre otras razones, el negocio de Elf Aquitaine, y quién sabe si algún sueldo vitalicio.

Ahora los miembros del servicio secreto de Sadam, detenidos por los militares de Estados Unidos, están revelando la cuantía de los sobornos a personalidades públicas europeas y el escándalo promete ser sonado. Y dicen que en España algunos amigos de Felipe González andan nerviosos por lo que pueda aparecer en los archivos incautados tras la guerra.

Aunque siempre se puede negar a la mayor. Estamos acostumbrados. Aquí nunca pasa nada