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El linchamiento

26/09/2003

Por Joaquín Abad
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martes 10 de junio de 2014, 12:58h
Siento vergüenza ajena. Las actitudes mafiosas de los colegas de la prensa escrita, radio y de la televisión, me han puesto la carne de gallina. Recuerdo cómo se trataban hace años a los periodistas que conseguían una exclusiva. Antes, claro, de que ese ejército de periodistas domesticados tomara los medios.
El linchamiento que sufre el periodista y abogado David Rojo no es de recibo. En lugar de premiar que su osadía, su raza, nos permita conocer un poco más a ese británico que ha segado de forma vil varias vidas de nuestra juventud, todo un rebaño de informadores, presentadores, periodistas paniaguados, reporteros de cóctel, mercaderes del cuché, se dedican, machaconamente, vilmente, a tratar de arruinar al único periodista que ha conseguido en exclusiva charlar con el criminal. Han tratado de criminalizar la actitud de David Rojo como si se tratara de un asesino en serie que les ha robado una entrevista con King.

Esta semana, la pasada, ha sido negra. Negra para esta profesión que se ha acomodado. Que en lugar de luchar por la exclusiva, el pisotón, se conforman con perseguir los amoríos de la Pantoja o los devaneos de un tal Dinio. En lugar de escarbar en cómo nos roban, en cómo se hacen ricos algunos políticos, se conforman con la declaración institucional del político de turno.

Por mi mesa de despacho han desfilado cientos de jóvenes periodistas solicitando trabajo. Todos querían hacer cultura, sociedad y detestaban hacer un suceso. Eso para éllos no era noticia. O si lo era, se limitaban a publicar el comunicado remitido por la Comisaría y poco más. Pocos, pero muy pocos, tenían verdadera vocación. Habían elegido la carrera de periodismo en la facultad casi al azar. O porque quedaba bien. Periodistas de raza, como David Rojo, o como su hermano Alfonso, ya no los encuentras con facilidad.

Quizá la culpa de que este país tenga un nivel tercermundista de compradores de periódicos se deba precisamente a esto. A que la profesión periodística ha desarrollado unos medios informativos domesticados donde los davidrojos de turno no tienen sitio.

Esperemos que el fenómeno imparable de internet ponga las cosas en su sitio.

David Rojo se merece un homenaje, que no un linchamiento.
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