Adolfo Suárez
martes 10 de junio de 2014, 12:58h
Recuerdo la época de libertad de prensa que vivimos durante el gobierno de Adolfo Suárez, el de Cebreros, que no ha vuelto a repetirse en estos cuarenta años de democracia.
También recuerdo las críticas injustas y malintencionadas hacia el entonces presidente de UCD y del Gobierno, por los mismos, muy curioso, que ahora se desviven en loas y falsos aprecios. Adolfo abandonó, dimitió de presidente del gobierno tras ser borboneado y lleno de traiciones incluso de sus propios ministros, como Fernández Ordóñez, que luego fue premiado con el cargo de exteriores por Felipe González. Porque el pesoe sí paga a traidores.
No es momento de reconocer ahora lo bueno que ha sido para la transición democrática de un país que terminó una trayectoria muy marcada por el régimen de Franco. Eso se debió hacer en su momento, en su día, cuando luchaba para tratar de convencer a los militares, que vencieron la guerra, de que había llegado el momento de pasar página.
Y por parte de los colegas, pues lo mismo. Hasta la intentona golpista de Tejero, muchos, muchísimos, de los periodistas que ahora se deshacen en elogiar la figura del de Cebreros, porque es lo que hoy se lleva, fueron crueles, muy crueles, y silenciaron las continuas borbonadas y otras traiciones y zancadillas. La beautiful peope no le perdonaba sus orígenes. El Establishment lo rechazaba porque había llegado al poder uno que no era de los suyos. Y como Adolfo era un caballero, cuando el Rey le dijo que se marchara, que no gozaba de su confianza, dimitió para evitar la intentona golpista que sus servicios secretos habían detectado, con muchas complicidades, increíbles complicidades, que ningún historiador, ningún cronista ha desvelado aún.
Y como la historia la escriben los vencedores, y los vencedores son los que acabaron traicioneramente con Adolfo Suárez, pues me parece que se llevará a la tumba muchos secretos de estado que harían sonrojar a esa mitad de España que aún cree en los Reyes Magos. ¿Me entienden?