martes 10 de junio de 2014, 12:58h
Bruselas, Europa, nos va a indicar cómo tratar a los llamados becarios. Va la normalizar la antiquísima relación entre aprendiz y patrón, sólo que del siglo XXI, donde ya los padres no envían a sus hijos a que aprendan un oficio a cambio de un generoso bocadillo.
Ahora son los universitarios quienes demandan unas prácticas, antes y después de terminar la carrera. Son los llamados contratos para becarios. Y en teoría deben servir para formar al estudiante ofreciéndole unas prácticas en un centro laboral a cambio de un salario, si no simbólico, sí bastante menor que el del empleado en plantilla.
Lo que ocurre, como siempre, fruto de la picaresca española, es que muchos patronos, durante decenas de años, han utilizado a estos becarios como mano de obra barata y así ahorrarse una millonada. Yo lo he visto, lo sigo viendo, en el sector de la prensa. Me consta que muchos editores, de los que presumen de ático en Marbella y colección de Porsche's contratan por una miseria a periodistas bajo el paraguas de becario y así engordan aún más su riñón particular.
Incluso he escuchado a alguno de estos editores abogar por acabar con esas prácticas indignas para la profesión, para el trabajador, para el estudiante o para el licenciado. Pero una cosa es lo que se dice y otra lo que hace. Porque ese mismo editor, que en reuniones se rasgaba las vestiduras en favor de los periodistas, es uno de los que más se aprovecha del exceso de oferta y, a pesar de su situación de generoso beneficio, gracias a subvenciones descaradas de la comunidad autónoma, paga a sus periodistas una miseria por largas jornadas laborales.
Me parece que en la abogacía el delito es más flagrante aún, ya que es el propio Colegio el que impide a un licenciado que ejerza si antes no ha sido pasante en un despacho de abogados, donde trabajará algún año a cambio de una miseria. Algún amigo mío ha preparado, mientras ejercía la pasantería, juicios bastante complicados mientras el titular tomaba copas y se pegaba la gran vida.
Pues sí. Ya es hora de que desde fuera, porque aquí nuestros parlamentarios no lo harán, están en otra cosa, regulen la relación de los becarios y las empresas terminando con esa especie de esclavitud del sigloXXI. Dirán ustedes que los sindicatos algo tienen que decir. ¿Verdad? Pues parece que, como nuestros parlamentarios, están a otra cosa... Una vergüenza, oiga.