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Voluntarios

25/04/2003

Por Joaquín Abad
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martes 10 de junio de 2014, 12:58h
Por delante, no podía ser de otra forma, mi lamento por las muertes de estos periodistas corresponsales de la guerra de Irak. Servidor, que ha sido blanco de tiroteos en otras guerras, sabe lo que es jugarse el pellejo por la libertad de expresión.
Jugarse la vida por contar cómo la mafia mata, la mafia corrompe policías, la mafia secuestra prostitutas que se negaban a seguir en régimen de esclavitud… Viajar en coche blindado y con escolta policial durante años. Ponerse el chaleco antibalas para entrar en el juzgado a sabiendas que los mafiosos esperaban por si la ocasión les era propicia y acabar con el mensajero que les tenía cercados, informativamente.

A mí, personalmente, me salvó la suerte y el juez Garzón, que pudo hacer una de esas redadas a que nos tiene acostumbrados y desmantelar la mafia y encarcelar a los sicarios.

En la guerra, en Irak, no ha habido Garzón capaz de salvar a los periodistas que allí han caído con las botas puestas, con la cámara o con el bolígrafo como única arma frente a los misiles, los disparos de todos. No entraré en la mezquina polémica que se ha levantado y que unos aprovechan para arremeter contra algún medio informativo y su director, entre otras razones, porque no se lo merecen. Ni Pedro J. Ramírez ni Julio Anguita, ni José Couso, ni los corresponsales de otros medios también muertos. Sólo me cabe señalar, porque ya lo he vivido, que a ciertas misiones, al contrario que los soldados, que son enviados, se va de forma voluntaria. A lo mejor, si un servidor tuviera veinte años menos y la oportunidad de ser cronista directo de esa guerra hubiera dicho que sí.

Sólo me duele, de todo lo que se ha publicado, el dato de que ambos reporteros no eran plantilla fija de las redacciones de El Mundo y Tele 5. Pero la culpa la tiene el legislador que hace muchos años creó, legalizó, esa relación contractual y que ha degenerado en toda una subrogación que empezó a ser habitual en las empresas constructoras y de servicios y ya se emplea hasta en las redacciones de los medios informativos. Es una fórmula, muy legal, que no comparto, y mientras fui director de medios la obvié. Me parece justo que quien informa para un periódico, para una televisión, sea redactor de su plantilla. Jamás se me ocurriría enviar a colaboradores, por mucho contrato mercantil que exista, a cubrir una guerra a un país lejano. Pero eso es cosa de las grandes empresas. Eso es cosa habitual de multiempresas. Las pequeñas, las que yo conozco y para las que trabajo, no se permiten el lujo de tener a trabajadores fuera de la plantilla.

No comparto, ni como persona ni como periodista, los plantes y manifestaciones de la profesión a cuenta de la desgracia de esos dos periodistas. Ahora, tras el fallecimiento, la profesión parece que se desgarra. Dudo, y tengo mi dolorosa experiencia, de que en vida se les hubiera reconocido y apoyado como se está haciendo cuando la atención internacional se centra en esas víctimas. “Perro no come carne de perro” se suele decir, pero la excepción somos nosotros. Los periodistas suelen caer sobre su colega con un hambre atroz y bastante descarnada. Por eso, desapruebo la polémica que se ceba a cuenta de las muertes de estos colegas que marcharon voluntarios a cubrir una guerra. Alguien se está aprovechando de nuestras miserias para su propio provecho. El haber formado parte de la plantilla de El Mundo y Tele 5 no les hubiera salvado la vida.
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