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OPINIÓN

Lo que le faltaba al gobierno de Mariano Rajoy. Tras el desafío secesionista catalán, el detalle de las tarjetas negras de Bankia que repartía Miguel Blesa, nombrado presidente de la institución sólo por ser amigo de José María Aznar, y tantos y tantos casos de abusos de la clase política, pues salta el primer caso de contagio del ébola en Europa.
Si en la era del iluminado Rodríguez Zapatero los fieles socialistas le votaban tapándose la nariz, ahora simplemente van a votar al enemigo. Votarán al de la coleta porque, aunque no quieren un régimen bolivariano para este país, llegado a tan nivel de corrupción generalizada, entienden que ha llegado el momento de la revolución.
Y es que me da que en el caso Pujol, si, en el caso del que fue presidente de la Generalitat durante más de veinte años, hay gato encerrado. La pasada semana lo vimos, en esa comparecencia en el parlamento, abroncando a los diputados que le pedían explicaciones.
Pues eso, que Alberto Ruiz Gallardón dimite de ministro y dice, muy compungido, que abandona la política, pero desde el pasado jueves figura como nuevo miembro permanente del Consejo Ejecutivo de la Comunidad de Madrid.
Parece que Alejandra Romero Suárez, nieta del fallecido expresidente de gobierno Adolfo Suárez, hija de su primogénita que falleció de cáncer al negarse al tratamiento con quimioterapia porque estaba embarazada y quiso dar la vida a su hija antes de curarse, será la heredera del título del Ducado de Suárez que le fue concedido por Juan Carlos.
La reciente dimisión de ese niño repelente y protagonista que se llama Alberto Ruiz Gallardón, como ministro de Justicia, es sólo un paréntesis en su carrera política. Porque Gallardón, hijo de un importante miembro de Alianza Popular, José María Ruiz Gallardón, que se ganó a pulso su hueco en la dirección cuando saltó el escándalo Naseiro en tiempos de José María Aznar y supo darle carpetazo, quizá por sus conocimientos de ex-fiscal.
Pues si. Por si no lo tienen claro, dentro de ocho meses tenemos municipales y algunas autonómicas. Y visto el panorama, parece que es imparable el terremoto político donde nada será igual. Vamos, que después de mayo se acabó el bipartidismo que con tanta comodidad ha alternado el estado de corrupción desde que los socialistas de Felipe González ganaron el 28-O de un mil novecientos ochenta y dos.
Europa acaba de respirar casi con normalidad. Estaba aguantando la respiración, igual que los de La Moncloa, hasta la madrugada del viernes, después de haber pasado pendiente de Escocia no sólo la jornada de votación del jueves, sino desde hacía meses.
Qué pena que los españoles que se creen lo que les dicen por televisión y publican los diarios sostenidos por la corrupción no sepan la verdad.
Y van dos. También a la edad de 79 años, Isidoro Alvarez ha fallecido tras agravarse la enfermedad que le llevó a ser hospitalizado en el Puerta de Hierro.
Llevo un montón de años, más de treinta, observando como la prensa en España está amordazada. De la televisión, mejor no hablar. Es una verdadera caja tonta donde los programas de mal gusto, dirigidos por tertulianos ordinarios que se regodean en miserias que la verdad sólo interesan a sus protagonistas, pero que, a lo que parece, bate récord de audiencia.
El natural fallecimiento de uno de los hombres más poderosos de España, más poderoso que el propio presidente del gobierno, Emilio Botín, provocará sin duda toda un aluvión de frases grandilocuentes entre los poderosos vivos. Dirán que fue un banquero intachable, ejemplar, y demás lindezas.
Ahora el diario La Reppublica de Italia nos quieres sorprender con que Juan Carlos y Sofía están tramitando su divorcio. Un divorcio que de hecho, que no de Derecho, lleva vigente decenas de años. Y ya desde tiempos de Felipe González, en los años ochenta, se llevaba planeando.
Ayer comenté como las propias empresas editoriales se habían cargado a los periódicos impresos y sus correspondientes digitales. Hoy me toca hablar de los periodistas, de esa profesión que en su día parecía grandiosa y que se ha convertido, por culpa de políticos y de los propios profesionales, en un ejército de parados dispuestos a trabajar por cuatro perras...
Enrique Dans, en su blog, achaca la crisis periodística actual a que no se ha desarrollado un visor adecuado para leer las noticias en los llamados smartphones, que últimamente parece que todo bicho viviente tiene en la palma de su mano.
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