Tiene que ser ahora, treinta y dos años después, y muerto Adolfo Suárez, cuando se reconozca que tras el golpe del 23-F estaba nada menos que el propio Rey de España, Juan Carlos de Borbón.

Recuerdo la época de libertad de prensa que vivimos durante el gobierno de Adolfo Suárez, el de Cebreros, que no ha vuelto a repetirse en estos cuarenta años de democracia.

Cuando estamos condenados a ser rescatados, como Grecia, como Irlanda, como Portugal, porque la herencia que han dejado los del pesoe parece no tener fondo, mas le valía a Rajoy no haber ganado las elecciones pasadas.

Ya se lo escuchamos a Santiago Carrillo allá por el año ochenta y dos cuando se le preguntó por qué el pecé no montaba un periódico diario. La respuesta fue lapidaria: "Para qué necesito un periódico si tengo periodistas en todos".

Me refiero casi en exclusiva a los diarios de información general.

Hace un par de meses contacté telefónicamente con un amigo, editor que la crisis en su comunidad autónoma le estaba golpeando.

También algunas entidades bancarias, cajas para ser mas rigurosos, han gozado de ese despilfarro nada acorde con lo que estamos sufriendo en España.

No entiendo, ni quiero entender, a una sociedad que sienta a las víctimas con sus verdugos, en ese plan siniestro de hacernos creer que los de ETA ahora son unos buenos chicos que se merecen que les perdonen, les acerquen a sus casas, les concedan beneficios penitenciarios y en última instancia, les indulten.

Está claro, clarísimo, que nuestro presiente Rajoy sabe que tiene que adelgazar tanto la nómina estatal como la autonómica y local.

El clima emocional de la opinión catalana parece estar agriándose conforme pasa el tiempo. Mientras el proceso de consulta emprendía su andadura, muchos hablaban de una primavera catalana en alusión a la primavera árabe. Pero cuando se acerca la hora de la verdad al final del tricentenario, y el proceso amenaza con encallar, se diría que la primavera se está mudando en otoño hasta volver las cañas lanzas.

Cuando el Gobierno de Rajoy toma medidas impopulares, eliminando la extra a los funcionarios, subiendo el IVA, va el lobby de grandes editores de prensa de pago en España, la AEDE, y desesperada empieza a cambiar su directiva y buscan desesperados un presidente conectado con el pepé para que les ayude a que el Estado les financie.

Como dijo aquel simpático personaje en la película de La Guerra de las Galaxias, Jar Jar Binks, del imaginario planeta Nabo, ahora nos toca sufrir.

Se está iniciando una práctica que, como cunda el ejemplo, saldremos en todos los telediarios de los países desarrollados como una España cuyos habitantes asaltan supermercados para alimentarse.

Los jueces de la Audiencia Nacional que acaban de poner en libertad condicional al terrorista conocido como Bolinaga, sólo han cumplido la legislación vigente