Hemeroteca. Noticias con fecha martes, 10 de junio de 2014

Ya se lo decía Draco Malfoy a Harry Potter: “eso es tarea de sirvientes”. Parece que todavía no queremos entender que llevamos dos legislaturas votando a la derecha.

Esta semana, casi de pasada, hemos conocido algunas cifras sobre lo que deben a bancos los padres de la patria: los partidos políticos, en el gobierno y en la oposición.

Los datos no ofrecen dudas. En Francia, nuestro vecino país, los índices de venta de prensa no sólo se han estancado durante el presente año, sino que por primera vez en muchas décadas, han descendido.

Ahora que el Tribunal Constitucional resuelve que no es obligado dar sueldo y dedicación exclusiva a los miembros del parlamento de Castilla La Mancha, habrá que recordar cuando nuestros políticos no cobraban y ejercían con honor, orgullosos de servir a su pueblo.

Desde hace meses se vienen repitiendo, machaconamente, los comentarios sobre el mal carácter que últimamente parece alumbrar nuestro presidente José María Aznar.

Me dicen, muchos de los que entienden del conflicto saharaui, que gran culpa del retraso en el referéndum que debía haberse terminado antes de la muerte de Franco, la tienen los funcionarios de la ONU desplazados al territorio.

En Huesca, en el congreso que anualmente celebra bajo la marca “periodismo digital”, se ha puesto de manifiesto. Todos los responsables de las ediciones web de los grandes rotativos han mostrado su zozobra.

Entiendo a Juan Pablo II. Entiendo que su mensaje sea puro y sincero. Pide a los periodistas que se resistan a las presiones y digan la verdad.

Parece que todos van a lo mismo. En USA, en Argentina, en Venezuela… La máxima de los ricos es trincar más aún.

Los de la Revista Capital, del Grupo G+J, llevan varios meses destapando oscuros manejos y fraudes que se comenten, un día sí y otro también, en la Once.

No me explico qué le habrán hecho los miles, diría millones, de barceloneses a don Jordi Pujol para que los trate así.

No se si hablarles hoy de lo de Maragall, a cuenta de lo que piensa de la tortura a los periodistas vascos, o de lo que se nos viene encima, a cuenta de la escasez de petróleo en el territorio americano y sus consecuencias a la economía de ese gigante con sus juguetes, acostumbrado a poner y quitar reyes en medio mundo.

Llevamos unos mesecitos que vaya por Dios. Cuando no es una manifestación encabezada por los de siempre, con Zapatero a la cabeza, en una sesión en el viejo palacio de la Carrera de San Jerónimo, donde ponen a Ana Palacio, nuestra incansable ministra de exteriores, y al propio José María Aznar, nuestro Presidente en la recta final, a caer de un burro.

Parece que el honorable Pujol lo tiene claro. O más claro que los de su misma coalición.

Y es que no paran de bombardearnos. Cuando no es la guerra mediática, a cuenta de lo de Iraq, son campañas de precios mínimos en sistemas informáticos, que, casualidad, cuando acudimos al centro comercial de la oferta se nos dice que se agotaron las existencias.

La crueldad de ciertas imágenes que últimamente nos vienen regalando los medios informativos, tanto escritos como audiovisuales, me resulta un tanto desagradable.

Y es que ya lo dijo Santiago Carrillo, cuando llegó con el peluquín de la mano de Teodulfo Lagunero, uno de los testaferros del bendecido Ceaucescu, cuando se le preguntó por qué el pecé no tenía periódicos: “Para qué necesito periódicos si tengo periodistas”, contestó el viejo zorro con la sorna que le caracteriza.

No se por qué, pero la corriente antiamericanista siempre ha estado presente en las ediciones de nuestra prensa. Antes había que echar a los yankes de Torrejón, de la base producto de aquellos acuerdos en la época de Franco.

Por delante, no podía ser de otra forma, mi lamento por las muertes de estos periodistas corresponsales de la guerra de Irak. Servidor, que ha sido blanco de tiroteos en otras guerras, sabe lo que es jugarse el pellejo por la libertad de expresión.

No les voy a hablar de elecciones. Ni de cómo mienten estos días unos y otros. Vamos, que ninguno dice la verdad. Unos la manipulan, la blanquean, otros simplemente dicen lo que no piensan aún a sabiendas que nadie les va a creer.