El arma semántica no tiene límites. Lo que para el Fondo Monetario Internacional es un hecho irrefutable, por el refugio de los fondos de inversión en el sector inmobiliario, por la exagerada repercusión del precio del suelo en el precio de las viviendas –hasta un 70 por ciento, una barbaridad-, aquí se matiza como corrección del sector inmobiliario, y demás amables calificativos.

Y es que parecía, sólo parecía, que los diarios de papel entraban en crisis. Que éramos casi tercermundistas por el bajo índice de lectores, en comparación con los demás países europeos donde acostumbran a realizar tiradas millonarias. Como indica el Estudio

No sé si hablarles hoy de Leticia o de Gallardón. Los dos se merecen una parrafada. Sólo voy a comentar de la colega, que me parece una chica estupenda, que puede ser Cenicienta y que si el hijo de don Juan Carlos decide casarse con ella, pues que rabien los envidiosos.

Hoy debería ser para mí un día triste. Trato de recordar alguna etapa como periodista y en todas te encuentro.

Parece como si la declaración secesionista de Ibarretxe nos hubiera sorprendido. No entiendo a los diferentes gobiernos, a los diferentes partidos que han gobernado desde que se proclamó la Constitución.

Después de unos días vuelvo a leer, y escuchar en tertulias radiofónicas, la especie de que otro “intruso” se ha hecho con un cargo en Estados Unidos.

También aquí, no sólo en USA, quien tiene los miles de euros suficientes para pagarse un buen abogado tiene medio pleito ganado.

Siento vergüenza ajena. Las actitudes mafiosas de los colegas de la prensa escrita, radio y de la televisión, me han puesto la carne de gallina. Recuerdo cómo se trataban hace años a los periodistas que conseguían una exclusiva. Antes, claro, de que ese ejército de periodistas domesticados tomara los medios.

Sí. Tiemblan, se acojonan, sufren el miedo para sí y para los suyos, y, aún a sabiendas de que su dictado es injusto, sentencian con temblores de manos, de labios…

Confieso que un servidor no supo de corrupción política hasta que llegaron los del pesoe al poder por el año ochenta y dos. Hasta entonces los sucesivos gobiernos de la ucedé de Suárez, de Calvo Sotelo, se la cogían con papel de fumar.

Hacía tiempo, bastante, que no escuchaba tantos descalificativos juntos contra una determinada actitud política. Creo que desde la transición, jamás me había avergonzado tanto de pertenecer a la casta periodística.

Y es que parece que los virus atacan de nuevo. Aparte del de la neumonía atípica que nos viene de la China de Mao, ése que está adelgazando la economía asiática a niveles del siglo pasado, y que –qué casualidad- ha sustituido a la guerra de Irak de las portadas de los telediarios de todo el mundo, ahora nos viene otro virus.

Después de la resaca electoral debería volver todo a la calma.

Hacía tiempo, muchos años, que no asistíamos a un espectáculo como el vivido estos días, y sobre todo en la campaña electoral.

No podía ser de otra forma. Cuando alguien enseña los dientes al amigo americano, a George Bush, cuando alguien se enfrenta a tan poderoso amigo-enemigo como lo han venido haciendo los franceses, los alemanes, los rusos, aliados en tantos otros conflictos, es que había truco.