Al final, el gobierno catalán se ha salido con la suya.

El pasado viernes negro, por lo de las inundaciones en Andalucía y en Murcia con roturas hasta de autopistas de peaje, nos trae a la memoria otras catástrofes no muy lejanas, aunque de finales del pasado siglo.

Estos del pepé no aprenden. No se enteran de que quien controla, de verdad, al ministerio del Interior, a los policías, es el pesoe.

Habrá que preguntarse el motivo del por qué, en pleno siglo XXI, se dan los vergonzosos episodios en América del Sur.

Desde hace años, desde que los sucesivos gobiernos de España han necesitado los votos de catalanes y vascos para aprobar presupuestos y demás asuntos, ambas comunidades se han ido convirtiendo en auténticos lugares cada vez mas parecidos a la Alemania de la Segunda Guerra Mundial.

Lo de Laura Mintegi Lakarra, candidata a lendakari por Bildu, es cuanto menos de un cinismo que nos deja, como diría Alfonso Guerra, pasmaos.

Después de zapear durante una temporada por las tertulias televisivas, muy de moda, se llegan siempre a las mismas conclusiones.

Desde que Tomás Azorín, aquel delegado del Gobierno en Andalucía, le confesara a los periodistas que "los socialistas vamos a meter en la cárcel a Jordi Pujol por el Caso Banca Catalana" han pasado nada menos que 25 años.

Si la cara es el espejo del alma, el que fue presidente, para vergüenza de los empresarios de toda España, de la CEOE, tiene toda la pinta de lo que es.

Vaya por delante que la publicación del libro sobre Urdangarín escrito por los periodistas Eduardo Inda y Esteban Urreiztieta me parece un trabajo de investigación excepcional y muy clarificador de una conducta que el mismo Rey Juan Carlos ha calificado de inadecuada.

Los resultados de las elecciones catalanas han demostrado que la mayoría de sus habitantes no están muy de acuerdo con las pretensiones del nuevo Mesías.

Sabía que la prensa catalana, casi en su totalidad, siempre ha navegado dirección a CiU. Siempre ha defendido a Pujol. Siempre ha ocultado los casos de corrupción y ha sido el altavoz de la Generalidad.

Escuchando ayer en Barcelona a dos matrimonios de jubilados, pensionistas, su discusión sobre a quién votar me acuerdo de que la izquierda siempre advierte de que si la derecha gana les quitará la pensión a los abuelitos.

Me ha tocado, por razones profesionales, estar unos días en Barcelona recorriendo la ciudad y utilizando las lineas de Metro continuamente.

Hojeando la prensa, ipadeando, al día siguiente de la huelga, me topo con un artículo de la periodista y escritora Cristina Fallarás donde hace la crónica real de como la víspera le habían comunicado que se iniciaba el procedimiento de desahucio de su vivienda, a instancias del antiguo Banco Bilbao.